SHABAT Y EL MISHKÁN – LAS NUBES DE GLORIA DEL MISHKÁ

Vayakhel-Pekudei

Vayakhel

Paralelamente a las instrucciones relativas a la construcción del Mishkán en el desierto, edificación que servirá de modelo para el Beit HaMikdash, la Torá menciona la obligación de observar el Shabat.

Rambán señala que en muchas ocasiones la Torá advierte acerca de los peligros de la idolatría y la necesidad de cumplir con las leyes del Shabat, y de esta manera otorga una importancia especial al cumplimiento de estas dos mitsvot.

Los jajamim sostuvieron que su cumplimiento equivale al cumplimiento de todas las otras mitsvot. Dado que el Mishkán estaba dedicado al Dios único, representaba simultáneamente la negación de la idolatría y, por ello, es apropiado que la ordenanza acerca del Shabat sea recordada en el texto que especifica las leyes del Mishkán.

Otra razón para la inclusión del Shabat en los asuntos del Mishkán destaca que en el proceso de la edificación del Mishkán no se debe violar las leyes del Shabat: enseñanza que apunta al principio de que el fin no justifica los medios.

Mi colega, el rabino Shubert Spero, sugiere que se puede encontrar una enseñanza diferente en la inclusión de las leyes del Shabat en las leyes del Mishkán. El hecho es que la Torá desea establecer un equilibrio entre ciertos tipos de mitsvot empezando con los Diez Mandamientos, que contienen ordenanzas que deben regir la relación del hombre con Dios y aquellas que se refieren a las relaciones del hombre con su prójimo. La Torá señala que ambas relaciones son importantes y, por lo tanto, quien se esmera por observar las leyes del Shabat al pie de la letra, pero es omiso en cuanto a la honra del padre y la madre, está claramente incumpliendo una mitsvá que no puede ser compensada con un celo mayor acerca de otra mitsvá. De manera similar, se comete un error al considerar que las mitsvot que manifiestan un alto contenido ético, están moralmente por encima de aquellas en las cuales solamente se puede apreciar un valor ritual.

La Torá busca el equilibrio y la armonía entre todas las mitsvot, porque no se debe olvidar que el hombre está compuesto de materia y espíritu, fuerza y emoción.

El pueblo hebreo se extasió de emoción con la construcción del Mishkán y estuvo dispuesto a contribuir con el oro, la plata, el cobre y todo lo necesario para la elaboración de sus diferentes elementos. Después de siglos de esclavitud en el ambiente idólatra egipcio, podían identificarse con una edificación. En este caso, estaba claramente dedicada al Dios único. El Shabat, en cambio, representa un elemento intangible, no material. Mientras que el Mishkán era la santificación del lugar, de una casa, el Shabat apuntaba a la santificación del tiempo. Mientras que el Mishkán estaba circunscrito a un lugar que posiblemente no podía albergar a todos al mismo tiempo, el Shabat no tiene un límite físico: toda persona, en cualquier lugar, puede sentir la santidad del día.

Después de la destrucción del Beit HaMikdash en el año 70, el único recuerdo de esta edificación se concentra en las oraciones que rememoran los sacrificios que allí se ofrendaban y en el estudio de los textos bíblicos y del Talmud, que versan sobre los detalles que se debían observar en la ofrenda de cada uno de los diferentes sacrificios. En cambio, el Shabat acompañó al pueblo judío al exilio. En momentos de abundancia y pobreza, en libertad, e incluso bajo un régimen tiránico, el pueblo se esforzó por no abandonar la observancia del Shabat. De tal manera que se cumplió el edicto: más que el pueblo observara el Shabat, el Shabat cuidó al pueblo.

PEKUDEI

Cinco lecturas semanales están relacionadas con la construcción del Mishkán, el tabernáculo que servirá como la “Casa de Dios” durante los cuarenta años de travesía por el desierto después del éxodo de Egipto. La detallada descripción llega a un final en nuestros capítulos, texto con el cual también se concluye la sección Shemot del Pentateuco.

Los jajamim tuvieron grandes dificultades conceptuales con la noción de una edificación que pudiera contener a un Dios incorpóreo e indescriptible con categorías del intelecto humano. Por ello, destacaron que Dios reside dentro del pueblo. Según la feliz expresión jasídica: “Dios reside en aquellos corazones que se abren ante Su Presencia”.

Incluso el rey Shelomó, edificador del primer Beit HaMikdash que fue construido según los instructivos del Mishkán, expresó una idea similar que leemos en Melajim: “Te he construido una Casa señorial, lugar donde puedes habitar por siempre”. Pero unos versículos más adelante exclama: “¿Acaso Dios habitará realmente en la tierra? Si los cielos, en su más lejano límite, no te pueden contener, ¿cómo podrá hacerlo la Casa que he construido?”. Shelomó implora que al menos la mirada de Dios esté dirigida hacia el Beit HaMikdash, a sabiendas de que Dios no puede estar limitado al espacio físico del Templo.

Sin embargo, leemos en la Torá que “Nubes de Gloria” descendían desde los cielos como señal de la Presencia Divina que llenaba totalmente el espacio del Mishkán, de tal manera que nadie podía ingresar en el recinto durante ese período. Mientras que Rabí Akivá opina que Sucot recuerda las “cabañas” que Dios hizo para los hebreos durante su travesía por el desierto, Rabí Eliéser sostiene que la razón para observar esta festividad se debe a las “Nubes de Gloria” que protegieron y guiaron a los hebreos durante su travesía por el desierto.

Rabí Eliéser justifica la fecha de la celebración de Sucot. Con el 15 de Nisán se comienza con la celebración de Pésaj, porque coincide con la fecha del éxodo de Egipto. Shavuot se conmemora 49 días después del primer día de Pésaj, día que corresponde a la entrega de la Torá en el monte Sinaí.

¿Por qué se celebra Sucot empezando con el 15 de Tishrei cuando, en realidad, Dios protegió con sucot al pueblo hebreo durante todos los cuarenta años?

Cuando nos atenemos a la opinión de Rabí Eliéser, quien señala que la razón por la cual celebramos Sucot no son las cabañas físicas que Dios edificó para proteger a los hebreos, sino que se debe a las “Nubes de Gloria”, se debe recordar que éstas hicieron su aparición con la construcción del Mishkán. La edificación del Mishkán empezó efectivamente en el mes de Tishrei, después de Yom Kipur, día que simboliza el perdón divino por el pecado del “becerro de oro” que adoraron cuando pensaron que Moshé no retornaría del monte Sinaí. Por ello, Sucot se celebra en Tishrei.

El término “Nubes de Gloria” carece de precisión y da pie a diversas explicaciones e interpretaciones. ¿Qué quiere decir “Nubes de Gloria” cuando se habla de la “Gloria” de Dios? Tal vez esta indefinición, que conduce a pensar en categorías espirituales, puede ser utilizada como un contrapeso a la noción de un Mishkán, una “Casa” que pueda dar albergue a Dios. Casa para el Ser que desafía al hombre, cuyas limitaciones intelectuales y emocionales le hacen difícil concebir a Dios, un Ser totalmente diferente a lo que existe en el universo físico, plenamente espiritual e inmaterial.