LA PALABRA Y EL ESTUDIO

Parashá VAETJANÁN

La característica que coloca al ser humano por encima del mundo animal es su facultad de expresión, de tal manera que el manejo de la palabra, con la consecuente y constante producción de ideas, es lo que distingue al hombre. En efecto, en Bereshit leemos que Dios hizo el Universo con la palabra. Vayómer Elokim yehí or, “y Dios dijo que se haga la luz”, y con el uso de la palabra Dios iluminó el mundo.

Nuestros capítulos contienen los Diez Mandamientos que en el lenguaje bíblico se denominan Aséret Hadevarim,  “las Diez Expresiones”. Asimismo está incluido el primer párrafo de Shemá Israel que exhorta Vehayú hadevarim haele, “y serán estas cosas que Yo (Dios) te encomiendo” y nuevamente tropezamos con la raíz ‘dvr’ que quiere decir hablar, la utilización de la palabra. Efectivamente, a través de la palabra se transmiten las ideas y los ideales a las futuras generaciones. Tal como reza nuestro texto: Veshinantam levaneja, “y enseñarás a tus hijos”, Vedibartá bam, “y les hablarás”; incluso beshojbejá, “cuando te acuestas”, uvekumeja, “y cuando te levantas”. Estas dos últimas instrucciones sirven de fundamento para concluir que Shemá debe ser recitado en la noche, antes de acostarse, y en las mañanas, al levantarse del lecho.

Dado que la palabra es clave para el judaísmo, causa asombro que el texto bíblico no incluya un instructivo directo referente a Talmud Torá, el estudio y la repetición de los diferentes instructivos contenidos en la Torá. De acuerdo a Rambam, la Mitsvá esencial es la instrucción de los hijos, y para cumplir con este mandato el padre se ve obligado a estudiar.

Rambam también cita otro versículo de nuestro texto que reza: Ulemadetem otam ushemartem laasotam, “Y los estudiarán y con diligencia los cumplirán”, palabras que ilustran que es necesario el estudio previo para el cumplimiento de las Mitsvot. Este texto implica que quien no ha sido educado por sus padres, tiene la obligación personal de estudiar, ya que el cumplimiento de las Mitsvot –que es independiente de si recibió o no recibió educación alguna del padre– exige saber cómo, de qué manera y bajo cuál cir- cunstancia éstas se deben observar.

Rambam explica que el estudio es independiente de la riqueza o pobreza del individuo. Tanto jóvenes como adul- tos, todos deben dedicar el tiempo necesario para el estudio.

El Talmud trae las palabras de Rabí Safrá, quien explicó el instructivo Veshinantam, sugiriendo que debería leerse Veshilashtem. (Es una especie de juego de palabras, porque Veshinantam está relacionado con la palabra shenáyim, dos; y Veshilashtam hace referencia a shalosh, tres). Veshilashtem implica, de acuerdo con Rabí Safrá, que el individuo debe- ría dividir su tiempo de estudio en tres partes: Torá, Mishná y Guemará.

De acuerdo con lo antedicho, la persona debería dedicar todo su tiempo libre al estudio de los textos sagrados y sus explicaciones contenidas en la Ley Oral. ¿Acaso se puede entonces estudiar filosofía y matemáticas, por ejemplo? ¿Puede considerarse el estudio de las materias laicas como un desacato del instructivo de Talmud Torá? Hay muchos que así opinan y por ello no permiten que sus hijos o discípulos estudien en las universidades.

En el Moré Nevujim, Rambam cuestiona cuál fue la Torá que se estudió en las academias de Shem y Éver antes que ésta fuese otorgada en el Sinaí. Rambam concluye que el conocimiento de la moralidad y la ética también puede ser independiente de la Torá. El mundo gentil también puede acceder a un conjunto de normas de conducta, y por ello se puede concluir que hay sabiduría fuera de la Torá. Sin embargo, la Torá fue entregada a la Humanidad porque el ser humano, por sí solo no puede elaborar reglas perfectas, la perfección es un atributo de Dios.

Mi maestro Soloveitchik cuestiona por qué el texto que directamente ordena el estudio de la Torá, Vehaguita ba yomam valaila, “y reflexionarás sobre ella día y noche” no se encuentra en el texto de la Torá sino en el Séfer Yehoshua. La respuesta es que durante la vida de Moshé, el pueblo judío no sintió la necesidad del estudio, porque cualquier duda podía ser explicada por el gran líder. Pero después de su fallecimiento, el pueblo quedó enlutado tanto de liderazgo como de sabiduría. Se hizo indispensable que cada individuo estudiara a profundidad, porque ya no había a quién plantearle las dificultades de un texto o de una situación, las explicaciones tenían que ser el resultado del estudio y la investigación.

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