LA CONCLUSIÓN DEL LIBRO SHEMOT

PEKUDEI_ÉXODO XXXVIII:21-XL:38

Con estos capítulos concluimos Shemot, el segundo libro de la Torá, que se puede dividir en tres partes. La primera sección relata los detalles de la servidumbre egipcia y destaca el liderazgo de Moshé, quien logra convencer al faraón para que permita la salida del pueblo hebreo de Egipto. El faraón accedió finalmente a la solicitud de Moshé, porque Dios envió 10 plagas que causaron gran sufrimiento a los egipcios. Solamente cuando una plaga afectó a la casa del faraón, como fue el caso de la última –la muerte de todos los primogénitos egipcios–, se logró doblegar la voluntad del monarca. Decisión que fue luego alterada, porque envió a sus soldados y carrozas para que persiguieran a los hebreos por el desierto, pero estas hordas fueron derrotadas porque se ahogaron en el Mar Rojo.

La segunda parte de Shemot se refiere a la revelación Divina en el monte Sinaí y la tercera describe la construcción del Mishkán, con una información detallada acerca de los elementos que integran este recinto. Aunque no se debe jerarquizar la importancia de los relatos e instructivos bíblicos, a primera vista, en el evento del Sinaí, la revelación de la Voluntad de Dios luce como episodio central. 

No obstante, se puede argumentar que la revelación no estuvo circunscrita al Sinaí: aún en Egipto, los hebreos recibieron un instructivo básico acerca de la importancia del tiempo, en el capítulo que ordena HaJódesh hazé lajem Rosh Jodashim, “este mes será para ustedes el primero de los meses”, una referencia a Nisán, el mes del éxodo. Al mismo tiempo, el pueblo recibió la instrucción de escoger a la oveja que sería sacrificada como Korbán Pésaj, hecho que debía consumarse el día 14 de ese mes y, por ello, la Torá designa a ese día como Pésaj, mientras que la festividad que usualmente denominamos Pésaj recibe usualmente el nombre de Jag HaMatsot.

Cabe destacar que el Korbán Pésaj tenía que ser ofrecido en la tarde del 14 de Nisán y, dado que en la actualidad carecemos del Beit HaMikdash y no se hacen ofrendas, algunos Jasidim insisten en hornear la Matsá para el Séder en la tarde de ese mismo día, porque la Matsá sobresale y debe suplir también al Korbán como una Mitsvá en ausencia del Beit HaMikdash. La Torá también regula la colección del maná en el desierto y ordena observar el Shabat, todo ello antes de la Revelación en el Sinaí. 

De tal manera que la expresión Zajor et Yom HaShabat, el cuarto de los Diez Mandamientos que ordena el descanso semanal durante el séptimo día utiliza adecuadamente la palabra Zajor, recuerda, porque las Leyes del Shabat ya habían sido promulgadas de antemano. 

Después del evento en el Sinaí, el Mishkán sirvió como sede para la promulgación de leyes adicionales, que no fueron reveladas a Moshé en el monte Sinaí. ¿Por qué se distingue la revelación en el Sinaí cuando otros lugares también sirvieron para ese propósito? 

Menachem Ben-Yashar sugiere que la naturaleza pública de esta revelación la diferencia de las otras. Mientras que en el Mishkán Moshé recibía directa y personalmente la instrucción Divina, en el Sinaí todo el pueblo fue testigo de ella, hecho que le dio una validez adicional, permitió que todo el pueblo tuviera una experiencia profética. Además, el grueso de las leyes fue revelado en el Sinaí. 

De tal manera que el Mishkán no era sólo la “residencia” de Dios durante la travesía por el desierto y en los siglos siguientes hasta la construcción del Beit HaMikdash, también era Óhel Moed, el lugar del encuentro entre Moshé y Dios, sitio en el cual fue instruido acerca de un gran número de Mitsvot. De acuerdo con Benno Jacob, el Mishkán fue en realidad un monte Sinaí portátil que acompañó al pueblo durante los años en el desierto. 

El paralelismo entre ambos se evidencia también porque el Mishkán contenía las Dos Tablas de la Ley que Moshé había recibido en el monte Sinaí. Tal como el monte Sinaí estaba cubierto por una “nube de gloria”, de igual manera Moshé tenía que penetrarla “nube de gloria” que envolvía al Mishkán. Antes de entrar en el Mishkán,Moshé tenía que pasar por un período de purificación de 6 días y solamente en el séptimo día podía entrar en el recinto sagrado, mientras que su inauguración se celebró el octavo día.

El éxodo de Egipto tenía el propósito de asegurar el acompañamiento de Dios a través de su presencia dentro del campo de los hebreos en el Mishkán. El libro de Shemot empieza con la esclavitud y la redención de esta, que marca el final del Galut Mitsráyim, y concluye con otra Gueulá: redención, representada por la Presencia de Dios en el Mishkán, en el seno del pueblo hebreo.