EL TEMPLO A IMAGEN Y SEMEJANZA

ECOS DEL TEMPLO DE JERUSALEM

TSAV Levítico VI – VIII

El sistema y el orden de los sacrificios son el tema principal de nuestros capítulos. La Torá detalla los diferentes momentos y razones para el ofrecimiento de un Korbán, que es un sacrificio. En lecturas anteriores de la Torá se nos había participado que un Korbán tenía que ser Mikem, “de ustedes” o sea que la ofrenda, en su esencia requiere el ofrecimiento personal, porque sacrificar implica dar algo de sí mismo.

El universo de los sacrificios nos es ajeno a las mayorías y probablemente colide con algunos conceptos básicos de nuestra mentalidad actual. Para empezar, ¿cuál podría ser el posible propósito de estos sacrificios? Está claro que la intención no es la de “alimentar” a Dios con la carne y la sangre del animal ofrecido. Hay quienes sugieren que es una vía adicional para acercarse al Creador. Nos dicen que el Korbán es el instrumento que el hombre utiliza para comunicarse con Dios y al mismo tiempo para tomar mayor conciencia de Su existencia y de Su providencia. 

Si esta era la intención original, ¿en qué forma podemos suplir actualmente esta necesidad cuando, debido a la destrucción del Beit HaMikdash, no podemos continuar con los sacrificios? El Talmud, anticipando nuestra pregunta, reseña una conversación en la cual Avraham le plantea a Dios esta misma pregunta. ¿Cómo obtendrá el pueblo judío el perdón por sus pecados en ausencia de los sacrificios? La respuesta que se obtiene es, “cuando Israel recite el orden bíblico de las ofrendas, lo consideraré como si los hubiesen ofrecido en realidad y les perdonaré sus pecados”. De esta manera la tradición judía se refugia en la palabra y en el estudio y señala a éste última, como el factor que puede compensar las circunstancias transitorias y que, en última instancia, entroniza al estudio como el bien supremo.

El orden de nuestros rezos diarios se rige por los sacrificios del Beit HaMikdash. Apoyándose en el hecho que había un Korbán denominado Tamid, los Jajamim ordenaron un servicio diario denominado Shajarit que debe recitarse en las primeras horas de la mañana que coincide con el horario de este sacrificio. Para recordar las ofrendas del incienso, en las tardes, sobre un altar dorado, Mizbéaj hapenimí, se instituyó el servicio de Minjá

Según el Zóhar, la recitación del orden del ofrecimiento del incienso sirve para remover las impurezas del mundo para que las plegarias sean atendidas. Igualmente se sugirió la recitación de Arvit o Maariv para hacer alusión al ofrecimiento de las horas de la noche. Dado que en los días festivos se ofrecían ofrendas adicionales, nuestros rezos reflejan este hecho con la inclusión del servicio de Musaf.

El culto dentro de la Sinagoga es, por lo tanto, un eco de lo que acontecía en el Templo de Jerusalem y el hogar de cada uno tiene ciertas características que igualmente hacen alusión al mismo Beit HaMikdash. La mesa de la casa debe considerarse como un altar y los alimentos como sacrificios, así opinan nuestros Jajamim. Por lo tanto, nos lavamos las manos antes de comer, porque el Kohén, según la instrucción bíblica tenía que lavarse las manos antes de la ofrenda. En el Beit HaMikdash había un Kiyor, un recipiente con agua santificada de donde se derramaba ese líquido sobre las manos y los pies del Kohén antes de los sacrificios.

El día empezaba en el Templo con el cuidado y limpieza de la Menorá, el candelabro que se había confeccionado martillando una pieza maciza de oro. A continuación, se procedía a remover del altar las cenizas sobrantes del día anterior. Se mantenían alimentadas tres llamas en el altar. El Korbán se ofrecía sobre la Maarajá guedolá, la primera gran llama del centro del altar. La segunda llama, Maarajá sheniyá shel ketóret, ubicada en el sur oeste del altar, era utilizada para los inciensos. La tercera llama, Maarajá lekiyum haesh permanecía siempre encendida en caso de que algunas de las otras llamas se apagasen.

El primer Korbán mencionado es el Olat tamid, el ofrecimiento constante de todos los días. Se adquiría el animal para el sacrificio con los dineros de la contribución comunitaria de Majtsit hashékel, dándole a todos igual participación en este servicio del Templo. El sacrificio es una demostración de la disposición al cumplimiento de la voluntad Divina. Este Korbán era incinerado en su totalidad. Se procedía luego con un ofrecimiento de harina con aceite de olivo, Minjat nesajim, para luego derramar vino sobre el altar.

La desobediencia “sin intención” de las reglas del Shabat requieren el ofrecimiento de un Jatat, un sacrificio de expiación. Desde la perspectiva tradicional, aun cuando la acción carezca de intención específica de obviar la ley, no se puede alegar total inocencia. La persona que está consciente en todo momento de sus responsabilidades no incurre en falta. La infracción de la ley por descuido revela despreocupación y falta de seriedad frente a un imperativo Divino.

Las ofrendas comunitarias por la paz se denominan Shalmei tsibur y se llama Asham al Korbán de culpa que se ofrece por alguna desobediencia. Si uno jurase en falso con referencia a un objeto que le había sido encomendado para su cuidado o por cometer un robo, o como el resultado de algún préstamo, tenía que ofrecer la ofrenda Asham guezelot. El uso indebido para beneficio propio de un objeto perteneciente al culto religioso del Templo exige la ofrenda Asham meilot. (Es obvio que, en el clima de corrupción administrativa de numerosas sociedades contemporáneas, un Beit HaMikdash del siglo XX tendría dificultades para atender a todos los Asham meilot que deberían ofrecerse). 

Un Nazir (persona que había asumido el compromiso de abstenerse de beber vino, cortarse el pelo, y de no tener contacto con un cadáver) tenía que ofrecer un Asham nazir si, accidentalmente, tenía contacto con un cadáver. Al octavo día, después de pronunciársele curado al Metsorá, un leproso, éste tenía que ofrecer un Asham metsorá. En la interpretación de nuestros sabios, la lepra era una manifestación externa de una enfermedad espiritual interna. Metsorá era interpretado como Motsí ra, en particular como Motsí shem ra, aquel que calumnia e injuria con falsedades a su prójimo. Una duda sobre la necesidad de traer al Templo un Jatat, (anteriormente mencionado) requiere el ofrecimiento de un Asham talui, por una culpa dudosa.

Salvarse de algún peligro o superar una enfermedad severa es motivo para una ofrenda de Todá, de agradecimiento a la Providencia. De tal modo, los momentos significativos de la vida eran acompañados una ofrenda, bien de expiación o bien de agradecimiento a Dios. Debemos notar que las infracciones intencionales no podían expiarse con un Korbán. Los sacrificios no son artefactos para “faltar a la ley” y luego arrepentirse. El Korbán es un instrumento de acercamiento a la divinidad ya sea en los momentos de alegría o en los de recogimiento.

Aunque carecemos hoy de un Beit HaMikdash, el principio del sacrificio continúa vigente. En toda relación humana de importancia y significación se requiere de nuestro dar, de nuestro aporte personal y en última instancia, de nuestra entrega total.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 9 MITSVOT POSITIVAS Y 9 PROHIBICIONES

  1. 131.Levítico 6:3 Levantar las cenizas (del Altar)
  2. 132.Levítico 6:6 A diario prender el fuego sobre el Altar
  3. 133.Levítico 6:6 No apagar el fuego del Altar
  4. 134.Levítico 6:9 Comer el restante de la ofrenda Minjá 
  5. 135.Levítico 6:10 No leudar el restante de la ofrenda Minjá
  6. 136.Levítico 6:13 La ofrenda Minjá diaria del Kohén Gadol (Sumo Sacerdote)
  7. 137.Levítico 6:16 La ofrenda Minjá de un Kohén no es consumida
  8. 138.Levítico 6:18 El procedimiento con la ofrenda Jatat (por pecado)
  9. 139.Levítico 6:23 No comer la carne de la ofrenda Jatat cuya sangre es salpicada dentro del Santuario
  10. 140.Levítico 7:1 El procedimiento con la ofrenda Asham (por culpa)
  11. 141.Levítico 7:11 El procedimiento con la ofrenda Shelamim (por la paz)
  12. 142.Levítico 7:15 No dejar ninguna carne de la ofrenda Todá (agradecimiento) pasado el tiempo asignado para su consumo 
  13. 143.Levítico 7:17 La obligación de quemar los remanentes de las ofrendas sagradas
  14. 144.Levítico 7:18 No comer de la ofrenda Pigul, (ofrenda por intenciones impropias)
  15. 145.Levítico 7:19 No comer la carne de ofrendas sagradas tornadas impuras
  16. 146.Levítico 7:19 La obligación de quemar carne sagrada tornada impura
  17. 147.Levítico 7:23 No comer Jélev (grasa prohibida de la ofrenda)
  18. 148.Levítico 7:26 No ingerir la sangre de cualquier animal o ave

WHEN THE KINDNESS OF ANOTHER IS RECOGNIZED

WILL GO EXODUS VI: 2-IX: 35

The sentiment of the Hebrews for the Egyptians was surely ambivalent. On the one hand, they had enslaved them, but it should not be forgotten that during the famine period that reigned in the region, Egypt had welcomed the patriarch Yaacov and his descendants in the lands of Goshen.

With the succession of the pharaohs the extraordinary managerial work of Yosef was forgotten, who knew how to direct the Egyptian economy in such a way that the abundance stored during the years of the “fat cows” served to feed the population during the period of scarcity.

Hakarat HaTov, recognizing the goodness of others is a moral imperative in Judaism. In that regard, Rabbi Yaacov Ruderman of the Yeshiva Ner Israel highlighted the biblical account of how God told Moshe to tell his brother Aharon to take his staff and hit the Nile River.

Why didn’t Moses receive this assignment? According to Rashi, that river had protected baby Moshe when he was placed in a basket; therefore, it was not correct for him to use a cane to strike against the same element that had protected him in the past. Hakarat HaTov’s attitude comes out again in the case of the lice plague with which God struck the Egyptians.

At the same time, it must be remembered that, in addition to serving as a teaching to the Egyptians and all peoples that no human being should be enslaved, the plagues were a demonstration of God’s might. This time Moshe did not participate directly, as he did in the other plagues, he did not hit the ground so that insects should rise and devour the skin of the people, because the same ground had served to hide the Egyptian foreman he had eliminated when he mistreated one of the Hebrew slaves. He could not hit the ground that allowed him to hide the body of the Egyptian who brutally punished a Hebrew slave.

Moshe was multifaceted and excelled in different fields. Above all, he was the legislator and teacher par excellence. Moshe Rabbenu is the term we usually use, and it highlights that study and teaching are the basic spiritual tools of Judaism. But at the same time, he was a warrior, a strategist who knew how to lead the people through the sands of the desert and face all the kings and kingdoms who opposed their going to their historic destiny: the conquest of the Promised Land.

In the case of the confrontation with Midyan, Moshe did not hesitate to order the battle against that town, but this time he abstained from leading the troop because he had resided there for many years, after having fled from the wrath of Pharaoh because of the episode of the Egyptian foreman.

The laws of Maaser and Bikurim, the tithe and the first fruits, serve to demonstrate gratitude for the generosity of the land that responds to man’s labor. Harvest is not a necessary consequence of sowing. Harvest takes place thanks to the design of the Almighty, who renews His creation day by day.

On the other hand, in a moment of anger, Moshe referred to the people as rebellious and ungrateful “Mamrim”, for their constant complaints about any discomfort during the years of pilgrimage through the desert. He cannot remain indifferent to kindness and generosity. Even at the time of the loss of a loved one, the Brachah Dayan HaEmet, the recognition of Divine Justice – which surely takes into account elements that are unknown to us -, at the same time invites to reflect on life, the years that the mourner accompanied his family and contributed to the welfare of society, which are reason for gratitude to the Creator.

While gratitude constitutes a moral obligation, anticipating it, subtracts part of the gallantry that must accompany actions. Therefore, Jewish tradition considers the superiority of Chesed shel Emet, any kind of action that is done with a deceased, because he, the deceased, is not in a position to repay it. Although Judaism is based on Din, the strict observance of the Law, there is no doubt that a characteristic like Hakarat HaTov adds a deeper spiritual dimension to the person who practices it.