SANTIDAD INDIVIDUAL Y DEL COLECTIVO

Parashá KEDOSHIM

Estos capítulos contienen cincuenta y un leyes nuevas no enunciadas anteriormente; sin embargo, el instructivo que destaca es “Kedoshim tihyú” (“serán Kedoshim”, sagrados). De acuerdo con Rashí, ser Kadosh, implica estar “separado”, mantenerse aparte de lo que para muchos es la normativa. Ser Kadosh, quiere decir no seguir necesariamente la corriente, abstenerse de la conducta adoptada por la mayoría cuando un imperativo moral así lo exige. El texto relaciona la idea de Kadosh con el temor-respeto que se debe a los padres y el cuidado por las normas del Shabat. Estos hechos que deben conducir al repudio de la idolatría es la conclusión de los primeros versículos. Todo ello está condicionado por la frase: “Yo soy HaShem, tu Dios”.

La Torá enseña que el pueblo judío fue dotado con la cualidad de Kedushá, que se desprende de la Kedushá de Dios, y se obtiene a través de las Mitsvot. De tal manera que, por abstenerse de la idolatría, también se adquiere la Kedushá.

En realidad, no sólo el Kohén, sino cualquier miembro del pueblo judío debería tener la facultad de recitar Birkat Kohanim, la Bendición de los Kohanim, por estar dotado de Kedushá, si bien la Torá no exige hacerlo. Tal como la mujer judía, aunque no tiene la obligación de cumplir con la Mitsvá de Sucá, sin embargo, recita la Berajá indicada al ingresar a una Sucá durante la festividad de Sucot. Pero, el caso de Birkat Kohanim es aparentemente diferente, tal como lo sugiere la Berajá que se recita que incluye la frase “Bikedusható shel Aharón”. Para recitar Birkat Kohanim se requiere la Kedushá adicional que recibieron Aharón y sus descendientes. En cambio, la mujer judía posee la misma Kedushá que tiene el resto del pueblo de Israel.

De cierta manera, la noción de Kedushá representa la característica fundamental del pueblo judío, tal como reza el versículo: Veatem tihyú li mamléjet kohanim vegoy Kadosh, “y ustedes serán para mi un reino de sacerdotes y un pueblo santo”. Aquí tenemos resumidas la aspiración y misión del pueblo judío: adquirir santidad que implica apartarse de lo que es cotidiano para destacar lo trascendente.

Se puede argumentar que la idea de Kedushá no implica solamente abstenerse de violar la ley, sino incluso ser mesurados con las cosas que están permitidas. Kedushá implica un comportamiento que no abusa de la naturaleza y no interpreta la ley desde una óptica estrecha. En Devarim leeremos: Veasita hayashar vehatov”, “y harás lo que es recto y bueno”), porque además de las leyes específicas, existe el norte de lo que es recto y bueno, un principio que debe servir de guía para el comportamiento humano.

La Kedushá no es una acción, sino un “estado” de santdad al que debe aspirar la persona. La Kedushá es la característica, la personalidad específica que adquiere el individuo por cumplir las leyes de la Torá. La Kedushá es incompatible con el odio, incluso aquel que no se manifiesta en la acción, tal como reza el versículo: “No odiarás a tu hermano con tu corazón”. Al notar el comportamiento errado de otra persona, “llamarás la atención de tu hermano”, porque Kedushá también implica responsabilidad por la conducta del prójimo.

El prójimo debe sentir que el “llamado de atención” es una consecuencia del amor y no del odio. Por ello, la reprimenda inicial debe ser en privado y solamente cuando no se produce el efecto deseado, puede hacerse uso de otro entorno para corregir el error de la persona.

Por un lado está la Kedushá del individuo, la responsabilidad de cada miembro del colectivo. Pero también existe la Kedushá del Kahal, el colectivo. Nuestros capítulos empiezan con el instructivo dirigido al pueblo entero: Kedoshim tihyú, que exige la santidad de la comunidad en su totalidad.