Mensaje para Pesaj 5758 / 2018

En el caso de Pésaj, el número cuatro aparece en varias oportunidades.

Ma Nishtaná, las cuatro preguntas que los niños plantean la noche del Séder, que según algunos comentaristas deben ser recitadas también por los adultos porque forman parte del texto de la Hagadá. La tipología de los cuatro posibles jóvenes que pueden estar presentes: Jajam, el inteligente; Rashá, el malvado; Tam, el simple y Sheenó yodea lish’ol, quien no sabe plantear una pregunta. Todo ello y PE´ SAJ algunas cosas más, se desprende de las cuatro expresiones que la Torá testimonia que fueron utilizadas por Dios paraasegurar a los hebreos que los sacaría de la servidumbre egipcia.

Incluso el instructivo Vehigadetá –que da nombre a la Hagadá– también está repetido cuatro veces en la Torá.

¿Por qué hay cuatro expresiones? ¿Acaso una de ellas no era suficiente? Haniel Farber argumenta que se debe leer detenidamente el texto bíblico para descubrir que se trata de una evolución de la libertad y la salvación, hecho que a su vez es reflejado en el carácter individual de los diferentes jóvenes presentes alrededor de la mesa del Séder. Incluso la palabra Pésaj se puede leer como Pe Saj, boca que habla, y de esta manera se destaca la diferencia de esta festividad y las de Shavuot y Sucot que también conmemoran el éxodo de Egipto, sin el soporte de una Hagadá. ¿Por qué se dá tanta importancia a los niños esa noche?

Tal vez porque la esclavitud egipcia también tuvo la característica de una “guerra contra los niños”. Los edictos del faraón estaban dirigidos contra ellos. Dado que según el Midrash, sus astrólogos vaticinaron que el salvador de los hebreos estaba por nacer, ordenó que todos los varones fuesen muertos inmediatamente después de nacer. Pero las comadronas hebreas, que según el Midrash eran realmente la madre y hermana de Moshé, desobedecieron la voluntad del faraón. Cabe destacar que quienes desobedecieron el edicto real fueron las mujeres, quienes en muchas oportunidades posteriores de la historia mostraron más valentía por encima de los varones.

Cuando el faraón determinó que su edicto no era acatado ordenó que todos los varones fuesen arrojados al río para sufrir allí una muerte segura. Es obvio que el blanco principal del faraón fueron las nuevas generaciones y, tal vez por ello, cuando Moshé se presentó ante el monarca le informó que su intención de viajar al desierto para servir a Dios incluía a los niños, porque el judaísmo exige, ante todo, la continuidad. La validez del presente está condicionada por la promesa del mañana.

La primera expresión, Vehotsetí, “y los sacaré” del yugo egipcio es la promesa fundamental, porque cualquier avance y evolución en el campo religioso exige ante todo la rotura física de la esclavitud, escapar del entorno de la servidumbre.

El Jajam entiende que, para el crecimiento emocional y espiritual, es necesario salir del entorno de la esclavitud. El Rashá también es inteligente, pero utiliza sus dotes intelectuales erróneamente. La respuesta de la libertad física es insuficiente para él, por ello la segunda expresión, Vehitsaltí, habla de la salvación del espíritu, la posibilidad de la regeneración, de un nuevo prisma es su apreciación del entorno. Para el Tam, que no está contaminado con ideales ajenos, la promesa de Vegaaltí apunta hacia la redención del alma, que se eleva por encima de la idolatría en la cual Egipto estaba inmerso. Finalmente, el Sheenó Yodea Lish’ol, quien no sabe formular una pregunta, debe sentir que para Dios es importante. Por ello, Velakajtí li, Dios le dice “te acercaré a Mí, para Mí tú tienes valor como un ser humano cuya alma también tiene un ingrediente que proviene directamente de Mí”.

Pésaj tiene cuatro nombres: Jag HaAvivi, la festividad de la primavera; Jag HaJerut, la festividad de la libertad; Pésaj, el nombre del Korbán y en recuerdo de que Dios pasó por alto los hogares hebreos cuando fueron muertos los primogénitos, y Jag HaMatsot, que es el nombre usual en la Torá para la Matsá, el pan de la pobreza que los hebreos comieron en Egipto y en su prisa por salir de la esclavitud, sin esperar que la masa leudara.

Aunque el número cuatro es un pivote alrededor del cual giran muchas cosas como las cuatro copas de vino, el Séder se implantó como la fecha más celebrada en el mundo judío porque su centro es la familia: el padre que lo conduce, la madre que hace todos los preparativos necesarios asistida por el resto de la familia, la participación activa de todos los comensales. Si quieren saber cuál es la energía vital que permitió la supervivencia del pueblo judío no obstante los avatares de la historia, miren bien alrededor de su mesa la noche del Séder: la familia bien definida y conformada es la mayor fuerza social y espiritual del judaísmo.