LA FAMILIA COMO BASE DE SUSTENTACIÓN DEL JUDAÍSMO

Rosh Hashana 2020

Las lecturas bíblicas de Rosh HaShaná provienen del Séfer

Bereshit, Génesis, y relatan aspectos fundamentales de la vida de los

dos primeros patriarcas. Quienes designaron cuáles son los

capítulos que deben leerse en estos días no optaron por aquellos

que contienen los Diez Mandamientos o el relato de la

creación del universo. Especialmente cuando se toma en cuenta

que Rosh HaShaná es “Yom harat olam”: el onomástico de la

creación. Está claro que los jajamim desearon poner el acento

sobre la familia y su integridad como el eje fundamental

de la sociedad. Más aún, el culto judío está centrado en el

seno de la familia y la sinagoga es sólo un factor adicional.

Los patriarcas tuvieron dificultades al procrear, tal vez

para señalar que el nacimiento de un ser humano es el resultado

de la unión de los sexos, pero también requiere la

intervención de Dios. Tal es el caso de la creación del primer ser

humano. Cada nacimiento también tiene un aspecto milagroso,

es una manifestación de la Providencia Divina, que

otorga o que puede impedir el acontecimiento.

Mientras que Yitsjak sigue por el sendero del padre

Avraham, Yishmael, que había nacido de la unión del patriarca

con su concubina Hagar, se desvía por otro sendero.

Este hecho enseña que el factor genético es importante pero

no determinante. Cada persona puede alterar su destino no HASHANA´

obstante el código genético que posee. Desde un comienzo,

la Torá insiste en la responsabilidad de la persona por su destino,

mensaje muy apropiado para Rosh HaShaná, el Día del

Juicio, Yom HaDín.

Sará exige que Avraham destierre de su hogar a Hagar e

Yishmael, porque teme por la influencia negativa que puedan

ejercer sobre su hijo Yitsjak. El destierro de Hagar del

hogar es una acción cruel quien luego obtiene el socorro de

Dios. Yishmael se convierte posteriormente en el padre de

otro pueblo. No obstante, este calificativo de crueldad, Sará

sabe que el entorno es muy importante, especialmente en

los albores del nacimiento del monoteísmo. Cualquier distracción

o tentación podía haber hecho fracasar el incipiente

pensamiento teológico-religioso que revolucionará la

Humanidad. El Talmud lo especifica: Oy lerashá, oy lishejenó,

“ay del malvado y ay de su vecino”.

Hay una antigua discusión acerca de cuál factor determina

el desarrollo del ser humano: el entorno social o el

factor hereditario. Sin entrar en las profundidades del argumento,

proponemos que ambos ingredientes son claves.

Por ello, una vez que los padres han impuesto su

código genético, deben preocuparse por el entorno social de

sus hijos para asegurar su desarrollo armónico y moral.

La lectura del segundo día de Rosh HaShaná se refiere a

la atadura de Yitsjak sobre un altar para ser ofrendado a

Dios. Es un capítulo conmovedor, porque demuestra la

confianza absoluta del hijo en su padre y la incuestionable fe

de Avraham en Dios. Mucha tinta se ha derramado sobre

este episodio, que enseña fundamentalmente que el hombre

debe estar dispuesto al sacrificio. Por un lado, Dios no desea

el sacrificio humano tal como lo enseña el desenlace de este

relato, pero al mismo tiempo permanece la enseñanza que toda relación

humana o Divina exige el dar de sí mismo. Sin sacrificio

no se puede cimentar una relación. La Biblia niega la sensatez

y validez moral del sacrificio humano, pero, por otro

lado, el hombre tiene que compartir sus bienes y emociones

con el prójimo cuando desea establecer una relación fraternal,

de responsabilidad por el bienestar del prójimo.

Las lecturas de Rosh HaShaná implican que el núcleo familiar

es indispensable para el crecimiento moral y espiritual

del ser humano. La enseñanza que Avraham quiso

transmitir exigía la existencia de una relación de intimidad y

confianza entre padre e hijo para asegurar la supervivencia

de su descubrimiento espiritual: la existencia de un solo

Dios, padre de la Humanidad.