ESCUCHAR EL LLAMADO DE DIOS

Parashá LEJ LEJÁ

En lo personal, creo que la renombrada obra Legends of the Jews de Luis Ginsburg fue una especie de continuación de Los héroes de la Biblia de Erna Schlesinger, una de las obras que dejó muy gratos recuerdos en mis primeros años de inmersión en el mundo de los libros. Está claro que la obra de Ginsburg es de factura diferente, porque es el resultado de una larga investigación de un célebre erudito del Talmud y el Midrash. Su obra llena el vacío que se observa en la Torá en muchas oportunidades, cuando ésta omite episodios relevantes acerca de la vida de los héroes de la Biblia. ¿A qué se debe la omisión de datos pertinentes? La respuesta está más allá de nuestras posibilidades intelectuales, cuando postulamos que la Torá es de origen divino. Así, simplemente fue la voluntad de Dios.

La fuente primordial de Ginsburg es el Midrash Rabá, que abunda en los detalles minuciosos acerca de los años formativos de los caracteres que imprimieron su sello personal sobre el destino del pueblo judío y, por ende, del mundo occidental. Por ejemplo: la Torá afirma que Moshé era kevad pe, tenía dificultades con las palabras. El Midrash explica: Moshé fue sometido a una decisiva prueba durante su niñez en el palacio del faraón. Los astrólogos le habían anunciado al monarca que había nacido el salvador del pueblo hebreo, señalando al joven Moshé como el futuro redentor.

Moshé fue puesto a una prueba: le presentaron dos bandejas, una con el metal precioso oro y la otra con carbones ardientes. Los astrólogos habrían demostrado el acierto de su sospecha si Moshé hubiera orientado sus manos para posesionarse del oro. Efectivamente, Moshé encauzó sus manos hacia el oro, pero en el último momento, un ángel desvió sus manos hacia los carbones y al sentir el dolor que produjo el contacto con el calor extremo, el niño introdujo sus dedos a la boca para apaciguar el dolor, hecho que le produjo una quemadura en la lengua, causa de sus dificultades con el habla. Este Midrash recoge unas antiguas tradiciones orales que fueron enseñadas de manera paralela al texto escrito de la Torá. Empero, hay una distinción importante. El texto escrito de la Torá proviene directamente de Dios a través de su profeta principal: Moshé.

Sin embargo, la Torá describe ciertos detalles de la juventud de Moshé, su defensa del esclavo hebreo maltratado y su compromiso ineluctable con la justicia. Aunque existen lagunas, la Torá provee algunos detalles que permiten entender el desarrollo futuro del personaje. Así es el caso de Nóaj, Yitsjak, Yaacov y otros personajes bíblicos fundamentales.

El caso de Avraham, el primero de los patriarcas, es diferente. La Torá lo introduce con el instructivo divino: Lej Lejá, abandona el hogar de tus padres y luego te convertiré en el padre de una nueva nación. El Midrash, en cambio, describe los antecedentes del patriarca. Enseña que Avraham había nacido en un hogar donde se producían ídolos y que el joven sabía que un tótem era totalmente incapaz de decidir el destino del género humano, por lo que daba rienda suelta a su inquietud espiritual. De alguna manera concluyó que el universo tenía que ser la obra de un Ser Supremo, un Dios único.

El silencio de la Torá con relación a los antecedentes de Avraham enseña tal vez que la única preparación necesaria es la audacia para el cuestionamiento de lo que es aceptado como una norma incontrovertible y estar sintonizado para escuchar la palabra de Dios. Dios se comunicó con Avraham porque éste decidió escucharlo. Dios seguramente hizo algún contacto con otras personas que desatendieron el llamado divino.

El llamado para Avraham fue Lej Lejá, para otros puede ser un instructivo diferente. Hay personas de gran sensibilidad espiritual que incluso en el presente reciben una comunicación privilegiada de Dios. El asunto es estar preparado emocional y espiritualmente para escuchar y asimilar el mandato divino y luego ser consecuente con su implementación.

No cabe duda que uno de los problemas actuales se sitúa en la falta de moralidad y atención a los valores fundamentales representados por los Diez Mandamientos para la persona religiosa, y, tal vez, por un código moral que no está escrito pero sí suscrito por la mayoría del género humano.

El llamado hacia una vida ética se hace a diario: lo que falta es que se escuche. El destino de la Humanidad globalizada está ligado al acatamiento de este imperativo.