EL DUEÑO AUTÉNTICO DE LAS TIERRAS

Parashá Behar

A diferencia de las costumbres de la época, la Torá afirma que los hebreos no deberían ser esclavos de otras personas sino siervos de Dios, que los liberó de la esclavitud egipcia. Tomando en cuenta que el éxodo de Egipto era tan sólo el primer paso de un proceso que incluiría la revelación en el monte Sinaí y culminaría con la conquista de la tierra de Israel, incluso la tierra le pertenece a Dios. Por ello, las leyes de Shemitá y Yovel instruyen que la tierra debe “descansar” cada siete años: después de tal período se debe declarar el “año jubilar”, en el cual las tierras deben ser devueltas a sus dueños originales. Porque en última instancia, el Creador es el dueño de las tierras, es quien las dota de energía para que broten los alimentos de sus entrañas. Al dejar de utilizar la tierra mediante los trabajos agrícolas, el hombre reconoce que quien posee la tierra es otro. Es Dios. Durante los períodos de “descanso”, el producto de la tierra estaba destinado a los pobres y a los animales, de acuerdo con el instructivo de Dios, el Creador de las tierras.

Los años de Shemitá y Yovel servían para “igualar” la sociedad, porque tanto ricos como pobres podían alimentarse libremente de los frutos que brotaban de la tierra.

Incluso las deudas de los pobres eran perdonadas para que pudieran empezar de nuevo, sin carga alguna del pasado. Durante el año jubilar, en particular, todos los esclavos eran liberados y podían rehacer sus vidas, sin desventaja frente a su prójimo.

Cuando Avraham desea adquirir una propiedad que pueda servir de descanso para los restos mortales de su esposa Sará, el patriarca se auto califica como Guer vetoshav, “extraño y residente”. Esta expresión alude al aspecto transitorio del individuo, quien por un lado desea adquirir la tierra como una propiedad personal, pero al mismo tiempo está consciente de su transitoriedad en el tiempo y sabe que el único dueño permanente de las tierras es el Creador.

Cuando los recursos de la sociedad dependen básicamente de la agricultura y ganadería, las leyes de Shemitá y Yovel sirven para nivelar las diferencias económicas y sociales. Se impide también la transferencia permanente de las tierras, de tal manera que la división original de la Tierra de Israel entre las doce tribus se pudo mantener por muchos años. Este hecho está reflejado en el episodio de las hijas de Tselofjad, a quienes Moshé aconsejó que se casaran con hombres pertenecientes a su tribu, de tal manera que la herencia de Tselofjad no pasara a otra tribu.

Menahem Ben-Yashar menciona dos episodios en los libros bíblicos de Rut y Yirmiyahu, en los cuales sale a relucir la devolución de las tierras a sus dueños originales.  Yirmiyahu se interesa por las tierras de Anatot no obstante su cercanía a Yerushaláyim, que estaba sitiada. Fue una demostración de su confianza y fe en que la ciudad sagrada volvería a su gloria anterior. Mientras en el libro de Rut, el matrimonio de esta viuda con Boaz está relacionado con las tierras que había heredado de su primera suegra, Naomí. La familia había empobrecido y Boaz aportó los recursos para redimir las tierras y asegurar que estas permanecieran en el seno de la misma familia.

La sociedad actual es muy competitiva, estimula el enriquecimiento y produce grandes diferencias económicas. Algunos sectores prosperan mientras que otros no avanzan, o más bien retroceden materialmente, de tal manera que la brecha entre estos grupos sociales se profundiza. Por un lado, el avance de la sociedad, en todos los campos, depende del empeño y el trabajo, tanto intelectual y espiritual, como material de sus integrantes, y por otro lado, las diferencias estimulan el celo y la envidia que conducen al antagonismo y al conflicto.

La Torá utilizó las leyes de Shemitá y Yovel para aminorar el avance de estas diferencias. El mundo moderno todavía no ha creado un sistema que sirva de aliciente y estímulo para el desarrollo, y que también frene la brecha entre los que tienen de todo y quienes carecen de casi todo.

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One thought on “EL DUEÑO AUTÉNTICO DE LAS TIERRAS

  1. Vaya Rabí, ha tocado un álgido punto…no se ha inventado lo que se requiere para que todos tengan una vida digna, y el espectro nefasto del socialismo y el totalitarismo ha creado un discurso falso y manipulador, engañoso y pleno de promesas incumplibles ¿qué hacer? ¿será muy difícil cumplir cada uno desde su pequeño lugar en hacer pequeñas promesas que sí se cumplen? ¿qué sucede si después de mucho tiempo se hacen una montaña? ¿vale la pena? creo que sí…pero no es fácil, no todos tenemos medios para empujar como queremos, pero no hay que decaer nunca. “Es válido caerse o frenarse, pero es imperativo levantarse y moverse”. Gracias siempre por lo mas valioso que Ud me da: pensar.

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