DIOS PROPONE Y EL HOMBRE DISPONE

Parashá Beshalaj

Conocido es el comentario de que nuestros antepasados tenían sentimientos ambivalentes en el momento del éxodo de Egipto. Por un lado estaba la promesa de la libertad que, en un principio, era sólo el equivalente del fin del yugo, pero al mismo tiempo estaba la incertidumbre que produce el cambio de una vida programada por un proceder que exige la iniciativa personal. Sólo una quinta parte de la población hebrea de Egipto acompañó a Moshé al desierto. Por ello, la palabra Beshalaj es interpretada como el éxodo forzado de los hebreos, el faraón simplemente los expulsó de Egipto.

Esta interpretación es fortalecida por la precaria respuesta de los hebreos cuando tuvieron que enfrentar los desafíos del desierto, agua, comida y la actitud bélica de la mayoría de los pueblos que habitaban la región. Incluso Moshé, cuando percibió que los egipcios los estaban persiguiendo, en un aparente cambio de opinión, mientras que el mar presentaba una barrera insalvable por delante, elevó una plegaria a Dios por socorro ante la situación apremiante.

La respuesta Divina fue categórica: Lama tits’ak elai, daber el haam veyisau, “¿Para qué me imploras? Dile al pueblo que emprenda el viaje”.

La respuesta puede interpretarse como una admonición por la aparente falta de fe de Moshé y del pueblo. ¿Acaso Dios había enviado las diez plagas que condujeron al éxodo para abandonarlos ante el primer desafió posterior? Tal vez veyisau quiere decir “no deben apoyarse en la ayuda Divina en todo momento”. La libertad no cohabita con la complacencia y la inercia. Progresivamente, los hebreos tendrán que apoyarse en sus propias fuerzas porque la libertad florece gracias a la iniciativa.

El texto bíblico narra que el ángel de Dios que los acompañaba en el momento del éxodo, volvió a la retaguardia y la nube se colocó detrás de los hebreos. Una posible explicación para este cambio de ubicación es el propósito de evitar que los egipcios pudieran observar cuál era la posición de los hebreos que estaban persiguiendo. Samson Raphael Hirsch opina que el cambio de la posición del ángel tenía el designio de proteger a los esclavos de sus perseguidores. Porque el ángel había fracasado en partir las aguas del mar que impedía el escape. De acuerdo con Hirsch, el mar sólo respondía a la intervención humana y no a la del ángel, y atendería la petición del ser cuya vida estaba en peligro. Aparentemente ante el peligro y el riesgo, el individuo debe utilizar sus propias fuerzas antes de pedir la intervención Divina. De tal manera confirma el ejercicio del libre albedrío.

La responsabilidad de Dios reside en proveer los medios para la toma de la decisión del individuo, pero en última instancia, el ser humano tiene que asumir la responsabilidad por sus acciones. Dios decide la suerte de los ángeles, que son seres unidimensionales y carecen de voluntad propia. Su existencia es una función de su misión única. Es la razón de su creación. No hay recompensa o castigo en la dimensión angelical, donde no opera la iniciativa ni la libre escogencia.

La Torá exhorta: Verapó yerapé, que por asestar un golpe al prójimo, la persona se responsabiliza luego de sufragar el costo de la cura, las facturas del médico y del hospital. Pero si suponemos que todo proviene y es causado por Dios, el médico no debería interferir con la enfermedad. Si el enfermo merece sanar, Dios lo ocasionará. Si Dios cura, ¿cuál podría haber sido la razón, el sentido inicial de esa enfermedad?

Se puede responder que una enfermedad es usualmente aleccionadora, porque enseña a valorar la salud. No obstante lo antedicho, los jajamim dedujeron de Verapó yerapé que cuando el médico cura al enfermo está actuando de acuerdo con la voluntad de Dios. Las enfermedades incurables incentivan al estudio científico, que progresivamente encuentra respuestas para los males que antes eran fatales.

Existe un delicado balance entre el libre albedrío y un Dios Todopoderoso que sólo interviene cuando el individuo enfrenta una
situación que no puede resolver por sí solo.

El yugo era feroz y no había escapatoria ante la persecución de las carrozas y caballería egipcias. En la actualidad, en muchas sociedades existe un control policial total que impide cualquier intento por cambiar la situación de opresión.

Los tiranos se apoderan de las instituciones de la sociedad y bajo un manto de legalidad, suprimen cualquier expresión de libertad. La condición de desamparo de los judíos en la Segunda Guerra Mundial ilustra muy bien este concepto.

Está claro que no se pudo enfrentar a los panzers nazis con puños y piedras. Si eso fue así, ¿por qué no intervino Dios? Esta es la gran pregunta que todavía no ha encontrado una respuesta satisfactoria. Mientras que los nazis fueron los culpables de las atrocidades
que se cometieron en los campos de exterminio y concentración, Occidente tiene que asumir una significativa cuota de responsabilidad. En el caso de la esclavitud hebrea en Egipto, cuando se toma en cuenta las comunicaciones de la época y la composición de la Humanidad, el período de la esclavitud se hubiera prolongado muchísimo más sin la intervención Divina. En cambio, en el siglo pasado, las naciones aliadas no sólo no hicieron lo suficiente ni en su debido tiempo, sino que hicieron retornar buques y transportes a su lugar de origen y, de esta manera, impidieron el escape de una muerte segura de quienes podían haber sido más afortunados.

Dios tiene que dar los elementos y las herramientas para la salvación, pero el hombre tiene que tomar la iniciativa, tal como hizo Najshón ben Aminadav de la tribu de Yehudá cuando se lanzó a las aguas del mar Rojo. Porque solamente después de su arrojo y valentía se partieron las aguas para permitir el paso de los hebreos hacia la libertad.

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One thought on “DIOS PROPONE Y EL HOMBRE DISPONE

  1. Interesante pero los últimos dos párrafos me parecieron algo confusos y/o difíciles de conciliar con lo anterior.
    Gracias
    Adolfo

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