La mitsvá: razón y revelación – Bileam: profeta e idólatra

JUKAT-Números XIX - XXII,1 - BALAK Números XXII,2 - XXV,9

JUKAT

La ley sobre de la pará adumá, que es una vaca bermeja sin mácula alguna, sobre la cual nunca se puso un yugo, es el tema de la primera parte de nuestra lectura semanal. El título de la parashá proviene de la palabra jok, que quiere decir precepto o ley. Encontramos este vocablo en el libro de Éxodo (XV, 25) …sham sam lo jok umishpat…, que quiere decir, “allí dio al pueblo leyes y estatutos….” En ese capítulo aprendimos que nuestros antepasados recibieron ciertas leyes fundamentales en el lugar que se denomina Mará, antes de la revelación en el Monte Sinaí. Según la Mejiltá, un Midrash que se orienta hacia la parte legal (halajá) del texto bíblico, el vocablo jok alude a las leyes de Shabat y a las relaciones sexuales prohibidas. El término mishpat se refiere a la obligación de honrar a los padres y, entre otras, a las leyes sobre daños y castigos.

Según los jajamim en el Talmud, el vocablo mishpat se refiere a las leyes, que de no haber sido escritas, hubiera sido necesario hacerlo, tales como las prohibiciones de la idolatría, ciertas relaciones sexuales, el asesinato, el robo y la blasfemia. El vocablo jok se dirige a las prohibiciones de no ingerir la carne de cerdo y de no vestir una combinación de lana y lino. Al igual que la ley de jalitsá, que se practica en el caso de una viuda sin hijos, con el proceso de purificación del leproso y con la elección del chivo expiatorio. Según Rashí, mishpat tiene que ver con las leyes que son paralelas y cónsonas con nuestro sentido de justicia, o sea, sobre las que hubiéramos legislado si la Torá no nos lo hubiera enseñado. Mientras que jok comprende aquellas ordenanzas que son cuestionadas por nuestra propia inclinación hacia el mal y por otros pueblos que no logran ver sentido alguno en estas leyes.

Básicamente nos encontramos frente a dos tipos diferentes de mitsvot. Aquellas que corresponden a un propósito racional que ubicamos bajo el rubro de mishpat y aquellas para las cuales no podemos encontrar razones válidas y lógicas (de acuerdo a ciertos principios intuitivos de razonamiento que probablemente son imposibles de definir de una manera rigurosa y sostenida) y a las cuales nos referimos bajo el rubro de jok.

Nuestro breve análisis se debe a que en nuestra lectura se ordena que las cenizas de la vaca bermeja se utilicen en la purificación de un tamé, que es una persona que se encuentra en estado de impureza ritual por haber tenido contacto con algún cadáver, por ejemplo. Al mismo tiempo, nuestro texto afirma que la persona que prepara estas cenizas, entra en  estado de impureza ritual. La pregunta  inmediata: ¿cómo es posible que el contacto con las cenizas de nuestra pará adumá sirvan para purificar al impuro y provoquen al mismo tiempo, la impureza de quien se ocupa de su preparación. La respuesta de los jajamim es que estamos frente a un jok, que es un precepto que no admite la indagación lógica humana. Es simplemente el resultado de la voluntad Divina, que se guía de acuerdo a un proceso de raciocinio diferente al nuestro y que está fuera del alcance del intelecto humano. Nuestro punto de vista es que aun aquellas normas que están más allá de nuestra comprensión, tienen sentido para la inteligencia superior de Dios. El problema radica en la limitación de nuestro intelecto para comprender el sentido profundo de la mitsvá en sentido genérico.

De hecho, nos encontramos frente a uno de los dilemas más complejos de toda confesión religiosa. ¿Existe una base lógica para las normas religiosas? Al afirmar que las explicaciones están más allá de nuestra capacidad para entender, ¿no estamos sugiriendo que las leyes carecen de lógica?

Los jajamim se muestran sensibles a estas dificultades y en numerosas ocasiones ofrecen distintos planteamientos para las diferentes mitsvot. Un hebreo llegaba a la condición de esclavo por haber robado y por no haber podido restituir el valor o el objeto; o por una decisión de carácter personal. Con el propósito de explicar por qué se hace un agujero en el oído del esclavo que desea permanecer con su amo al término de los seis años obligatorios, dice Rabí Yojanán ben Zakai: “el oído que escuchó en el Monte Sinaí, no robarás y sin embargo desobedeció, que se lo señale con un agujero”. En el caso de su entrada voluntaria a la esclavitud, dice el mismo sabio, “el oído que escuchó en el Monte Sinaí que (los hijos de Israel) son Mis siervos y no siervos de otros siervos, que se lo señale con un agujero”.

En su afán de explicar el judaísmo al mundo intelectual de su época, Filón de Alejandría divide las mitsvot de acuerdo con los resultados de su cumplimiento. Algunas de las mitsvot tienen como propósito promover un mejor conocimiento de la Providencia y forman parte del servicio de Dios. Otras mitsvot tienen la función de guiarnos hacia virtudes tales como la justicia y la rectitud. Para Saadiá Gaón existen dos clases de mitsvot. Las racionales y las reveladas. Aun en el caso de las mitsvot racionales se hace necesaria la revelación Divina porque nuestro intelecto únicamente podría deducir los principios generales de las mismas. En el caso de las mitsvot reveladas, nuestro cumplimiento de las mismas es una manifestación de nuestra sumisión a la voluntad del Creador. En el caso de estas últimas, aunque nunca podremos penetrar en el Intelecto de Dios para conocer Su juicio, tenemos la capacidad de la reflexión y del razonamiento que permiten encontrar un propósito en la vida humana.

Rambam es muy enfático en su opinión de que existe una explicación lógica para todos los mandamientos. Nuestra falla reside en la escasez de conocimientos o en las limitaciones de nuestro intelecto. Por lo tanto, el ser humano debe trazarse como meta una mejor comprensión de todas las leyes Divinas. El propósito de las mitsvot es el establecimiento de un orden social justo que permita el desarrollo espiritual, emocional y ético del ser humano. Desde esa perspectiva, dice Rambam, debemos estudiar los relatos que encontramos en la Torá porque tienen un propósito didáctico. Las leyes de la Torá tienen la finalidad del perfeccionamiento y del bienestar de nuestro espíritu y de nuestro cuerpo. Mientras que el bienestar de nuestro cuerpo es una función de una sociedad justa, el bienestar espiritual se obtiene a través de la fe y de  aceptar las opiniones correctas. Según Rambam, el propósito de los jukim es prevenir la idolatría y salvaguardarnos de las doctrinas y credos falsos. Muchas de estas reglas son una barrera contra la idolatría.

Rashí en cambio, y varios de los Tosafistas, se inclinan hacia una opinión un tanto fundamentalista, alegando que existen mitsvot que simplemente carecen de explicación racional. Citan, por ejemplo, una ley que requiere retirar a la madre del nido antes de que tome posesión de los polluelos. Según el Talmud, quien aduce que la compasión es el factor que motiva esta ley, está falsificando la intención de la misma, simplemente porque la Torá no lo dice así. Rambán sostiene que a ciertas personalidades privilegiadas de nuestro pasado, tales como Avraham, se les comunicó el por qué de los jukim.

Es natural que existan mitsvot cuyo sentido escapa a nuestro intelecto. En realidad, las leyes, una vez promulgadas, son independientes de los razonamientos que llevaron a su promulgación. Sin embargo, en el plano religioso, el cumplimiento de las mitsvot tiene como propósito nuestra superación en el campo espiritual. Las cosas estarían más a nuestro alcance si conociéramos tanto los antecedentes como los propósitos esenciales de estas leyes. Tal vez podríamos concluir nuestra breve incursión en este campo de taamei hamitsvot, o búsqueda de los propósitos de las leyes, señalando que parte del cumplimiento de las mismas, reside efectivamente en la indagación constante para alcanzar un mejor entendimiento de sus intenciones. Talmud Torá, que es el estudio y el bien más noble en nuestra tradición, también requiere del anhelo del ser humano de comprender la Voluntad Divina. ¿Y qué mejor manera de acercarse a la comprensión de la voluntad de Dios que a través de las mitsvot que son la legítima expresión del mandato Divino?

BALAK

Sijón, el rey de Emorí y Og, el rey de Bashán han sido derrotados y ahora el pueblo se aproxima a Moav, para terror de su rey Balak. ¿Cómo detener la marcha inexorable de unos siervos egipcios en su afán de conquistar nuevas tierras y pueblos? Balak concluye que resultará inútil enfrentarse con soldados y armas a unas tribus de esclavos desesperados, ebrios de entusiasmo a causa de su reciente libertad. Es imposible, concluye, tratar de detenerlos recurriendo al uso del poder, porque está al tanto del hecho de que la fortaleza hebrea no es de orden físico, sino que reside en  convicciones firmes y en su apego a una nueva ideología. El arrojo invencible de estas tribus, que fueron arrojadas al desierto, demuestra que las ideas y el pensamiento son su alimento, que se nutren de la palabra y de la reflexión. Balak concluye que la palabra debe ser enfrentada con la palabra y que la idea sólo puede ser conquistada por otra idea. En su intento de frenar al avance de estas hordas, Balak recurre a los servicios del profeta de los gentiles, Bileam.

Nuestro texto nos enseña que la sensibilidad de Bileam, (caracterizado en la tradición judía como ejemplo del malvado pero con la capacidad de la comunicación Divina directa que es la profecía), no es indiferente a la sobresaliente armonía que reina en el campamento hebreo. Y cuando, atendiendo a la petición de Balak se dispone a maldecir a los hebreos, su verbo se convierte en uno de los comentarios más hermosos y descriptivos sobre la estructura del hogar judío. En efecto, su frase Ma tovu ohaleja Yaacov, mishkenoteja Israel, que quiere decir, “cuán hermosas son tus tiendas, oh Yaacov, y tus moradas, oh Israel”, se utiliza para iniciar nuestros rezos diarios. Parece irónico el hecho de que no fue posible encontrar un pasuk, (versículo de la Biblia), auténticamente judío y que tuviésemos que recurrir a la elocuencia de un gentil para dar comienzo a nuestro servicio religioso matutino. Cabe argumentar, que ésta es una demostración de nuestra amplitud de criterio y, a la vez, de nuestra perspicacia para reconocer la calidad de lo auténtico, sin prejuicio alguno en cuanto a la fuente de donde provenga.

El relato correspondiente a nuestros capítulos semanales comienza con el envío de una delegación de notables para solicitar los servicios de Bileam para maldecir al pueblo judío. La respuesta de Bileam es que él responde únicamente a las directrices del Creador. El resultado de una consulta Divina es negativo. Balak decide entonces enviar una comitiva compuesta por emisarios de mayor categoría y esta vez, después de una nueva consulta nocturna con Dios, Bileam accede a la petición. Según nuestro texto, Bileam incurre en la ira de Dios por haber aceptado la invitación de Balak. Tal vez el enojo del Eterno se da porque Bileam convierte un “permiso” en una “misión sagrada”, y convierte una “opción” en una mitsvá. Aunque Bileam afirma constantemente que él responde estrictamente a las instrucciones Divinas, se puede leer entre líneas lo que él busca es la oportunidad adecuada a fin de que los designios de Balak sean satisfechos totalmente.

Una de las cualidades esenciales de todo profeta es su absoluta sinceridad cuando eleva su oración. La profecía es el momento supremo de la honestidad y de la autenticidad, cuando se deja de lado toda consideración por las consecuencias eventuales de las palabras, que pueden resultar no sólo dolorosas sino también fatales. ¿Cómo se explica, por ejemplo, el atrevimiento del profeta Natán cuando enfrenta al poderoso y autoritario rey David por haber enviado a Uría, el esposo de la codiciada Bat Sheva, a una muerte segura? Atá haish, “tú eres el hombre”, exclama el profeta cuando acusa a David del vil crimen.

La profecía hace que el profeta se traslade a una dimensión diferente de la realidad, donde el temor y el instinto por sobrevivir no juegan papel alguno. La profecía exige y permite una visión clara de las cosas que no está matizada ni distorsionada por intereses personales o por consideraciones particulares que interfieren con la correcta apreciación de la condición humana.

Bileam es, sin dudas, una personalidad compleja y conflictiva. Pertenece al mundo de los gentiles y se identifica personalmente con los temores de Balak ante el aparente poderío y la aplastante fuerza de los esclavos hebreos liberados. Conoce las hazañas y ha escuchado acerca de la trayectoria victoriosa del pueblo judío y por lo tanto anticipa con terror al posible destino del pueblo de Moav. Pero al mismo tiempo, se ha independizado intelectualmente de la hechicería, de la idolatría y ha abandonado las supersticiones que afectan el pensamiento de sus contemporáneos. Bileam sabe que hay un solo Dios que rige los destinos del universo. Intelectual y espiritualmente, Bileam es un profeta, pero emocionalmente sigue ligado a conceptos e ideas que permiten que un ser humano sea considerado como un objeto, que el hombre puede ser propiedad de otro ser humano. Continúa en la creencia de que es posible y   Aun considera que es posible y por lo tanto, correcto intentar, por medio de sobornos y alabanzas, influir en la voluntad Divina con el fin de modificarla.

La profecía de Moshé, en cambio, no es parcial ni circunstancial porque todo su ser participa en la misma. En el libro de Shemot nos habíamos encontrado la expresión hu Moshé veAharón, “son el mismo Moshé y Aharón”, que es un versículo que podemos interpretar como la calificación de la cualidad de  indivisible de la personalidad de Moshé. En ningún momento detectamos en él duda alguna acerca de la Providencia. La única debilidad que podemos detectar en Moshé es cierta vacilación con respecto a la voluntad de su gente, los hebreos, para sobreponerse a las dificultades inherentes a la construcción de una sociedad y un pueblo nuevos.

Moshé desconoce la esclavitud en carne propia pues fue educado en el palacio del Faraón por su hermana Miryam y su madre Yojéved. Por esta razón, Moshé no necesita sustituir su bagaje cultural y religioso por el de los egipcios, ya que no estuvo realmente expuesto a ellos. En cambio, Bileam sobresale porque rompe con la tradición de los suyos para iniciarse en el servicio del Dios único de toda la humanidad. Sostengo, sin embargo, que Bileam no logra apartarse por completo del entorno que lo nutrió. En su fuero interno hay cabida aún para sortilegios y hechizos. Aunque no totalmente, vive en un mundo donde se concibe la posibilidad de influir en los designios Divinos a través de la ofrenda de animales sacrificados.

Muchos siglos han transcurrido desde entonces y muchos acontecimientos han modificado las estructuras sociales y los patrones culturales de la humanidad. En gran medida, hemos superado la etapa bíblica Egipcia de la idolatría, con su culto a los muertos y su obsesión por conocer, de cerca, el Más Allá. Nuestra meta es, sin duda, acercarnos a la sensibilidad social de los neviim, que son los profetas y poder observar de cerca el sublime entorno espiritual en el que un Moshé actuó. Se puede argüir y señalar que las características de nuestra época muestran una  mayor afinidad con la personalidad de un Bileam. Es cierto que tenemos momentos de exaltación espiritual y visiones proféticas que se traducen en una identificación ocasional con los menos afortunados y con aquellos que son objeto de grandes vejaciones y discriminaciones.

Pero muchas veces nos identificamos con las idolatrías contemporáneas que se manifiestan en la búsqueda constante del placer, en la acumulación de bienes materiales y en la indiferencia frente a la pobreza, al hambre, a las enfermedades y al malestar que afectan a una gran parte de la población de nuestro planeta. El Shabat, que es un momento que se ubica fuera de los quehaceres cotidianos del resto de la semana y que ordena la lectura de algunos capítulos de la Torá, junto con las reflexiones que se desprenden de su estudio, puede ser el incentivo para iniciarnos por el sendero auténticamente judío: el de Avraham, Yitsjak y Yaacov. Este es el sendero de guemilut jasadim, hakravat korbán y Talmud Torá, que consiste en mantener activa la conciencia social y la disposición de dar de uno mismo además del estudio creativo de las bases espirituales del hombre.

EL HOMBRE SE DISTINGUE POR LA PALABRA

Parashá Balak

En el proceso de la Creación, Dios le insufló al hombre un “aire de vida” en sus narices. ¿En qué consistió este “aire”? De acuerdo con la autorizada traducción de Onkelós al arameo, el “aire” en cuestión fue la habilidad del habla. De cierta manera, el uso de la palabra distingue al ser humano por encima del género animal, dando la posibilidad de elaborar modelos intelectuales para la descripción de la naturaleza.

Nuestros capítulos relatan que, en cierta oportunidad, una burra habló. Ocurrió cuando Bileam, el profeta que había aceptado la tarea de maldecir al pueblo judío, se dirigía al encuentro con Balak, rey de Midyán. En el camino, la burra hizo un alto súbitamente porque un ángel de Dios se había colocado en el camino y le impedía continuar. Bileam no percibió la presencia del ángel y concluyó que el animal había entrado en un estado de rebeldía. Bileam golpeó a la burra debido a su negativa de continuar por el camino a Midyán. En aquel momento, dice la Torá, Dios “abrió la boca de la burra”, que alegó que siempre le había sido fiel a Bileam y por lo tanto, no debió haberla castigado.

Esta burra parlante se ha introducido en el folclor como un episodio pintoresco que, sin embargo, ocupa la atención de los exégetas. El Pirkei Avot incluye este evento como una de las diez acciones de Dios en el crepúsculo del último día de la Creación. A primera vista, se podría pensar que había cosas más básicas y trascendentales que podían haber ocupado al Creador en aquel momento crucial. Por ello, tal vez se debe revisar nuevamente este episodio para descubrir cuál es la implicación o la lección que ofrece.

Es posible que los jajamim concluyeran que una burra que habla no constituye un milagro sino una aberración, una falla de diseño de la naturaleza. El gran milagro lo constituye el hecho que todos los burros rebuznan, los caballos relinchan y los perros ladran. Una burra parlante era una monstruosidad y no un fenómeno admirable. Por ello, incluyeron la “boca parlante” de la burra de Bileam en el último momento de la Creación para señalar que este animal no constituía una “falla de fábrica”, sino que desde un principio había sido creada con esta facultad.

Najmánides de Gerona considera que Dios quería aleccionar a Bileam con la “burra parlante”. Solamente Dios podía otorgar la facultad del habla, incluso a una burra. Por lo tanto, Bileam debía obedecer las instrucciones de Dios cuando se valía de la palabra que debía ser utilizada para bendecir y no para maldecir. Efectivamente, Bileam, después de varios intentos de maldecir al pueblo hebreo, concluye que Dios lo había escogido como un profeta para el mundo gentil y, como tal, sólo podía utilizar sus facultades para la construcción y no para la destrucción, para la bendición y no para la maldición.

Maimónides de Córdoba opina que los seres humanos no podemos ver a los ángeles que habitan una dimensión espacial diferente. Por ello, Bileam no se percató de la presencia del ángel, e incluso, el habla de la burra ocurrió en una especie de “visión”, o tal vez se desarrolló en la mente de Bileam. En el marco de una relación cercana y familiar con un animal existe la tendencia de atribuirle características humanas a un burro, por ejemplo. Es de notar que hay quienes le dan nombres de personas a un animal doméstico y muchas veces entablan una conversación, como si el animal respondiera a las interrogantes que se le plantean.

El hecho de que Bileam se inhibiera de maldecir a los hebreos produjo un efecto moralizante. Los habitantes de la región tuvieron que concluir que este pueblo gozaba de una protección divina especial. Su éxodo de la esclavitud egipcia no tenía un propósito parroquial, se trataba de una lección universal: la esclavitud es inmoral, todos los seres humanos tienen derecho a la dignidad que incluye la libertad, en primer plano.

El episodio de la “burra parlante” tenía un objetivo didáctico particular para Bileam: su facilidad de palabra y profecía era un bien que Dios le había otorgado y que, de acuerdo con Su voluntad, podía ofrecer a otros, incluso a un animal.

Las facultades extraordinarias de Bileam podían haber sido utilizadas para fines malévolos. En efecto, existen los desastres en potencia con los cuales la naturaleza intimida constantemente al género humano. Sin embargo, el mayor peligro lo constituye el hombre mismo, quien con astucia y mal utilizada sagacidad puede amenazar la sobrevivencia de la especie. Más aún, el uso perverso de un intelecto desarrollado puede conducir a los mayores desastres.

Nuestros capítulos, enseñan, sin embargo, que la Providencia de Dios se hace presente y se vale incluso de una “burra parlante” para frenar el indebido uso de las facultades que tienen un origen divino, tal como en el caso de Bileam que había recibido de Dios el don de la profecía para el mundo gentil.

LA LIMITADA CAPACIDAD DE BILEAM

Parashá Balak

Una de las figuras folclóricas de la Torá es el burro parlante de Bileam. Tal vez como una demostración de que los animales no sólo sienten el dolor y el placer físico, sino que también reaccionan con emoción, el texto bíblico relata que el burro de Bileam se queja verbalmente por el trato de su amo. Alega que le ha servido con lealtad durante años y, por
lo tanto, no merece el castigo de su amo.

Este episodio es analizado por varios comentaristas que ofrecen sus interpretaciones. Empezamos con la Mishná en Avot, que afirma que una de las diez cosas que Dios hizo en el crepúsculo del sexto día de Bereshit fue crear la boca del burro que en el momento oportuno le hablaría a Bileam. Es posible que los jajamim sintieran que, en lugar de un hecho milagroso, este burro era una aberración. Porque el milagro consiste efectivamente en el hecho de que los burros rebuznen, los caballos relinchen, los perros ladren y las personas hablen. Pero cuando se intercambian las facultades, topamos con un error de la naturaleza. Por ello, los jajamim enseñaron que el burro de Bileam no era una excepción a las reglas de la naturaleza, sino que desde el comienzo Dios había creado un burro en particular, con la facultad de hablar.

Abarbanel cuestiona la necesidad de este milagro. La razón del comportamiento excepcional del burro había sido la presencia de un ángel en el camino. ¿Acaso para ello era necesario que se produjera una excepción al orden natural?

Se podía haber llamado la atención de Bileam sobre la presencia del ángel de otra manera. Además, de acuerdo con el texto, los sucesos tenían como propósito evitar que Bileam maldijera al pueblo hebreo. ¿Por qué intervino Dios para que Bileam cambiara de opinión? Dios simplemente podía haber hecho caso omiso al deseo de Bileam.

De acuerdo con Rambán, la locución del burro era una demostración de que la facultad de hablar –que el hombre posee para formular ideas– proviene de Dios, quien si así lo desea, puede causar que un burro hable, y por ende, también tiene el poder de enmudecer a quienes usualmente hablan. Sin embargo, hay comentaristas que sugieren que en realidad el burro no habló. En opinión de Samuel David Luzzato, el sonido que el burro emitió no era igual a la plática de un ser humano, pues, de lo contrario, la Torá hubiera testimoniado la sorpresa de Bileam y sus acompañantes al
presenciar un burro que habla.

Según Luzzato, el plan de Dios no era que los hebreos atacaran a Moav. Por ello, si hubiera permitido la maldición de Bileam, la gente hubiera pensado que la razón del comportamiento benévolo de los hebreos hacia los moabitas se debía a la fuerza espiritual de Bileam. Más aún, se hubieran atribuido las futuras desgracias que sufriría el pueblo a la maldición original de Bileam.

Alexander Klein trae a colación el parecer de Meir Simjá HaKohén de Dvinsk, quien sugiere que el episodio de Bileam tenía un propósito aleccionador para los pueblos de
la época y pretendía facilitar la conquista de la Tierra Prometida.

Porque estos hechos demostraban que Dios protegía al pueblo hebreo, incluso de la maldición de un profeta gentil. Rambam opina que un ser humano no puede visualizar un ángel, pues se trata de un ser etéreo, que pertenece a otra dimensión. Por ello, el episodio del burro parlante es en realidad una alucinación, un evento que tuvo como escenario la mente de Bileam.

Yehezkel Kaufman sostiene que Bileam tenía la capacidad de maldecir al pueblo hebreo, pero Dios impidió que lo hiciera y convirtió su plan malévolo en una bendición. Este hecho, a diferencia de la creencia pagana, es una demostración de que no existe fuerza capaz de oponerse a la voluntad de Dios. Incluso aquellos que poseen talentos extraordinarios tienen que rendirse ante la inmutable voluntad de Dios.

Y Dios escogió al pueblo hebreo para que cumpliera la misión de predicar la unidad de Dios, la existencia de un solo padre para toda la Humanidad, y como consecuencia
de ello, la fraternidad que debe existir entre las personas.

 

 

LA FUERZA RESIDE EN LA UNIÓN

Parashá Balak

Balak, rey de Moav, da nombre a estos capítulos, sin embargo, el personaje dominante del relato es Bil’am, el profeta gentil de estatura espiritual comparable a la de Moshé Rabenu.

La presencia de este profeta, impide que otros pueblos justifiquen sus errores y alegar que de haber tenido un líder espiritual comparable al del pueblo hebreo, hubieran alcanzado niveles más elevados.

Nuestro texto cuenta que Bil’am fue invitado por Balak para maldecir al pueblo hebreo, después de haber concluido que la manera tradicional de enfrentar un adversario no podía ser aplicado en el caso hebreo. En este sentido, otros pueblos habían fracasado al batallar con el uso normal de las armas. Balak concluyó que la energía de los hebreos tenía una calidad espiritual, por lo tanto, era en este campo que se debía conducir el enfrentamiento.

Balak quedó desengañado de Bil’am, quien en lugar de maldecir, bendijo al pueblo hebreo. Al observar al pueblo desde la cima de un monte, Bil’am no pudo evitar su admiración por el campamento hebreo y se vio obligado a exclamar: “Ma tovú ohaleja Yaacov, mishkenoteja Israel”, “Cuán buenas son tus tiendas Yaacov, tus habitaciones Israel”, frase que se utiliza para comenzar las plegarias diarias matutinas.

Está claro que la intención de Bil’am era maldecir al pueblo, utilizar sus poderes para herir a los hebreos. ¿Por qué los bendijo? Tal vez, porque como hombre inspirado por Dios, no pudo cambiar lo que veía y aplaudir la vida pacífica y armoniosa que reinaba en el campamento hebreo.

De acuerdo con el Midrash, “ohaleja” y “mishkenoteja” se refieren a las sinagogas y casas de estudio. Bil’am tuvo que reconocer que estaba en la presencia de un grupo humano que había roto los esquemas de la idolatría y que estaba escalando niveles de espiritualidad anteriormente desconocidos.

Padres transmitían a sus hijos los valores que Moshé les había inculcado.

El Rebe de Slonim, autor de Netivot Shalom, sugiere que el poder nefasto de Bil’am, sólo podía tener efecto sobre un individuo, pero era ineficaz frente al colectivo. Cuando Bil’am visualizó a la comunidad hebrea en su totalidad y observó el espíritu de armonía y entendimiento entre la gente, sus poderes para maldecir quedaron anulados. La obvia moraleja es que frente a la unidad y la coincidencia en los valores, no existe el enemigo o la adversidad que sean invencibles.

Por lo antedicho, Bil’am aconsejó a los moavitas que envíen a sus doncellas para seducir sexualmente al pueblo, para conducirlos a través del adulterio a la idolatría. La idea era dividir al pueblo hebreo entre quienes sucumbieran a la tentación y quienes la resistieran. El texto bíblico afirma que 24.000 hebreos no pudieron resistir los avances de las mujeres moavitas. Con este comportamiento se separaron del pueblo y lo debilitaron. La historia judía da testimonio de lo antedicho. La solidaridad y la unión que reinó en el seno del pueblo permitieron que sobreviviera a todos los atentados en su contra. Si se toma en cuenta la diversidad, resultado de la dispersión del pueblo judío por los confines de la tierra, se puede concluir que la coincidencia y la armonía reinante en el seno del pueblo tienen una raíz filosófica o espiritual. El texto bíblico es probablemente el cemento que convierte a un grupo disperso en una unidad.

Así lo expresó Bialik en su célebre poema Im yesh et nafshejá ladáat. De acuerdo a Bialik, la casa de estudio es la “fuente” de la energía excepcional del pueblo judío.

El místico Arizal sostiene que las almas de quienes fueron atrapados por la seducción de las mujeres moavitas, transmigraron a los 24.000 estudiantes que perecieron en la época de Rabí Akivá y en cuya memoria se observa el período de luto del Ómer. De acuerdo a la tradición, su muerte se debió a la inexistencia del respeto del uno por el prójimo. La desunión fue su pecado. Y cuando la unión se fractura, el pueblo judío se torna vulnerable.

Bileam: profeta e idólatra

BALAK - Números XXII,2 - XXV,9

Sijón, el rey de Emorí y Og, el rey de Bashán han sido derrotados y ahora el pueblo se aproxima a Moav, para terror de su rey Balak. ¿Cómo detener la marcha inexorable de unos siervos egipcios en su afán de conquistar nuevas tierras y pueblos? Balak concluye que resultará inútil enfrentarse con soldados y armas a unas tribus de esclavos desesperados, ebrios de entusiasmo a causa de su reciente libertad. Es imposible, concluye, tratar de detenerlos recurriendo al uso del poder, porque está al tanto del hecho de que la fortaleza hebrea no es de orden físico, sino que reside en convicciones firmes y en su apego a una nueva ideología. El arrojo invencible de estas tribus, que fueron arrojadas al desierto, demuestra que las ideas y el pensamiento son su alimento, que se nutren de la palabra y de la reflexión. Balak concluye que la palabra debe ser enfrentada con la palabra y que la idea sólo puede ser conquistada por otra idea. En su intento de frenar al avance de estas hordas, Balak recurre a los servicios del profeta de los gentiles, Bileam.

Nuestro texto nos enseña que la sensibilidad de Bileam, (caracterizado en la tradición judía como ejemplo del malvado pero con la capacidad de la comunicación Divina directa que es la profecía), no es indiferente a la sobresaliente armonía que reina en el campamento hebreo. Y cuando, atendiendo a la petición de Balak se dispone a maldecir a los hebreos, su verbo se convierte en uno de los comentarios más hermosos y descriptivos sobre la estructura del hogar judío. En efecto, su frase Ma tovu ohaleja Yaacov, mishkenoteja Israel, que quiere decir, “cuán hermosas son tus tiendas, oh Yaacov, y tus moradas, oh Israel”, se utiliza para iniciar nuestros rezos diarios. Parece irónico el hecho de que no fue posible encontrar un pasuk, (versículo de la Biblia), auténticamente judío y que tuviésemos que recurrir a la elocuencia de un gentil para dar comienzo a nuestro servicio religioso matutino. Cabe argumentar, que ésta es una demostración de nuestra amplitud de criterio y, a la vez, de nuestra perspicacia para reconocer la calidad de lo auténtico, sin prejuicio alguno en cuanto a la fuente de donde provenga.

El relato correspondiente a nuestros capítulos semanales comienza con el envío de una delegación de notables para solicitar los servicios de Bileam para maldecir al pueblo judío. La respuesta de Bileam es que él responde únicamente a las directrices del Creador. El resultado de una consulta Divina es negativo. Balak decide entonces enviar una comitiva compuesta por emisarios de mayor categoría y esta vez, después de una nueva consulta nocturna con Dios, Bileam accede a la petición. Según nuestro texto, Bileam incurre en la ira de Dios por haber aceptado la invitación de Balak. Tal vez el enojo del Eterno se da porque Bileam convierte un “permiso” en una “misión sagrada”, y convierte una “opción” en una mitsvá. Aunque Bileam afirma constantemente que él responde estrictamente a las instrucciones Divinas, se puede leer entre líneas lo que él busca es la oportunidad adecuada a fin de que los designios de Balak sean satisfechos totalmente.

Una de las cualidades esenciales de todo profeta es su absoluta sinceridad cuando eleva su oración. La profecía es el momento supremo de la honestidad y de la autenticidad, cuando se deja de lado toda consideración por las consecuencias eventuales de las palabras, que pueden resultar no sólo dolorosas sino también fatales. ¿Cómo se explica, por ejemplo, el atrevimiento del profeta Natán cuando enfrenta al poderoso y autoritario rey David por haber enviado a Uría, el esposo de la codiciada Bat Sheva, a una muerte segura? Atá haish, “tú eres el hombre”, exclama el profeta cuando acusa a David del vil crimen.

La profecía hace que el profeta se traslade a una dimensión diferente de la realidad, donde el temor y el instinto por sobrevivir no juegan papel alguno. La profecía exige y permite una visión clara de las cosas que no está matizada ni distorsionada por intereses personales o por consideraciones particulares que interfieren con la correcta apreciación de la condición humana.

         Bileam es, sin dudas, una personalidad compleja y conflictiva. Pertenece al mundo de los gentiles y se identifica personalmente con los temores de Balak ante el aparente poderío y la aplastante fuerza de los esclavos hebreos liberados. Conoce las hazañas y ha escuchado acerca de la trayectoria victoriosa del pueblo judío y por lo tanto anticipa con terror al posible destino del pueblo de Moav. Pero al mismo tiempo, se ha independizado intelectualmente de la hechicería, de la idolatría y ha abandonado las supersticiones que afectan el pensamiento de sus contemporáneos. Bileam sabe que hay un solo Dios que rige los destinos del universo. Intelectual y espiritualmente, Bileam es un profeta, pero emocionalmente sigue ligado a conceptos e ideas que permiten que un ser humano sea considerado como un objeto, que el hombre puede ser propiedad de otro ser humano. Continúa en la creencia de que es posible y   Aun considera que es posible y por lo tanto, correcto intentar, por medio de sobornos y alabanzas, influir en la voluntad Divina con el fin de modificarla.

La profecía de Moshé, en cambio, no es parcial ni circunstancial porque todo su ser participa en la misma. En el libro de Shemot nos habíamos encontrado la expresión hu Moshé veAharón, “son el mismo Moshé y Aharón”, que es un versículo que podemos interpretar como la calificación de la cualidad de indivisible de la personalidad de Moshé. En ningún momento detectamos en él duda alguna acerca de la Providencia. La única debilidad que podemos detectar en Moshé es cierta vacilación con respecto a la voluntad de su gente, los hebreos, para sobreponerse a las dificultades inherentes a la construcción de una sociedad y un pueblo nuevos.

         Moshé desconoce la esclavitud en carne propia pues fue educado en el palacio del Faraón por su hermana Miryam y su madre Yojéved. Por esta razón, Moshé no necesita sustituir su bagaje cultural y religioso por el de los egipcios, ya que no estuvo realmente expuesto a ellos. En cambio, Bileam sobresale porque rompe con la tradición de los suyos para iniciarse en el servicio del Dios único de toda la humanidad. Sostengo, sin embargo, que Bileam no logra apartarse por completo del entorno que lo nutrió. En su fuero interno hay cabida aún para sortilegios y hechizos. Aunque no totalmente, vive en un mundo donde se concibe la posibilidad de influir en los designios Divinos a través de la ofrenda de animales sacrificados.

Muchos siglos han transcurrido desde entonces y muchos acontecimientos han modificado las estructuras sociales y los patrones culturales de la humanidad. En gran medida, hemos superado la etapa bíblica Egipcia de la idolatría, con su culto a los muertos y su obsesión por conocer, de cerca, el Más Allá. Nuestra meta es, sin duda, acercarnos a la sensibilidad social de los neviim, que son los profetas y poder observar de cerca el sublime entorno espiritual en el que un Moshé actuó. Se puede argüir y señalar que las características de nuestra época muestran una mayor afinidad con la personalidad de un Bileam. Es cierto que tenemos momentos de exaltación espiritual y visiones proféticas que se traducen en una identificación ocasional con los menos afortunados y con aquellos que son objeto de grandes vejaciones y discriminaciones.

Pero muchas veces nos identificamos con las idolatrías contemporáneas que se manifiestan en la búsqueda constante del placer, en la acumulación de bienes materiales y en la indiferencia frente a la pobreza, al hambre, a las enfermedades y al malestar que afectan a una gran parte de la población de nuestro planeta. El Shabat, que es un momento que se ubica fuera de los quehaceres cotidianos del resto de la semana y que ordena la lectura de algunos capítulos de la Torá, junto con las reflexiones que se desprenden de su estudio, puede ser el incentivo para iniciarnos por el sendero auténticamente judío: el de Avraham, Yitsjak y Yaacov. Este es el sendero de guemilut jasadim, hakravat korbán y Talmud Torá, que consiste en mantener activa la conciencia social y la disposición de dar de uno mismo además del estudio creativo de las bases espirituales del hombre.