SANTIDAD DE LA VIDA HUMANA y NADA JUSTIFICA MATAR

Matot y Masei

Nos acercamos a los últimos capítulos de Bemidbar, próximos a la conquista de la Tierra Prometida después de los 40años que demoró la travesía por el desierto, debido al pecado de los jefes de las tribus que dieron un informe negativo a su regreso de la exploración de esta tierra. El próximo yúltimo libro, Devarim, contiene las exhortaciones de Moshé, el recuento de lo ocurrido en ese período de 40 años, además del repaso de numerosas leyes y nuevas mitsvot.

Moshé sabe que no conducirá la conquista de la tierra, por lo tanto, utiliza estos días para alertar acerca de cuáles son las normas que deberán regir el comportamiento delpueblo hebreo para que pueda tener éxito en la conquista.

El instructivo que impera es la destrucción de cualquier vestigio de idolatría, porque el propósito de la conquista es afianzar la noción del monoteísmo sin la interferencia y la seducción de otros cultos. Al mismo tiempo se describen los límites de la Tierra Prometida y cómo deberá ser dividida entre las doce tribus, ya que la tribu de Leví se dedicará al culto en el Beit HaMikdash que será construido. Esta tribu tendrá que ocuparse de la educación de las nuevas generaciones y dedicará seis de sus ciudades para que puedan servir de refugio para el Shogueg, el que mata a otra persona sin intención de hacerlo.

De acuerdo con Rambán, la razón de incluir la ley de las Arei Miklat, las ciudades de refugio, se debe a la importancia que la Torá da a la vida, especialmente en la Tierra Prometida, la tierra de Israel. Aunque meló jol haárets kevodó, “Dios se encuentra en todos los rincones del mundo”, su hábitat preferido es la tierra de Israel. Si el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, cada asesinato es un atentado contra Dios. Un sistema ético es viable solamente si incluye el respeto por la vida humana.

Más aún, el asesinato atenta contra la relación de Dios con la tierra de Israel, una tierra que aborrece la idolatría y el comportamiento inmoral, específicamente en el ámbito sexual. ¿Por qué decidió Dios que solamente el pueblo hebreo podía poblar la tierra de Israel? La Torá explica que esta tierra no toleró a sus habitantes originales por su comportamiento obsceno en los ámbitos antes mencionados. Y dado que Dios creó el universo, tenía la potestad de asignar cualquier territorio de acuerdo con su decisión. Así lo afirma Rashí en uno de sus primeros comentarios en Bereshit. El primer gran pecado del hombre después de su expulsión del Gan Eden es el asesinato que perpetra Kayin contra su hermano Hével. Aparentemente es el mayor crimen que el ser humano puede cometer. Por lo tanto, los últimos capítulos de Bemidbar advierten contra este flagelo y se instrumenta la ciudad de refugio para diferenciar entre la persona que asesina con toda intención y quien lo hace por descuido.

Porque existe una relación íntima entre la tierra de Israel y el comportamiento de quienes la habitan. Esa tierra no tolera la idolatría ni la inmoralidad sexual y es celosa en cuanto a la salvaguarda de la propiedad del individuo. La santidad de la vida tenía que ser destacada, debido a la guerra de la conquista que el pueblo iniciaría próximamente y que obligaría al derramamiento de sangre. Tal vez la Torá quería advertir que esa sería una guerra singular, Miljémet jová, obligatoria para ese momento de la historia del pueblo y que no debía servir de ejemplo para su comportamiento futuro.

En el mundo contemporáneo, la Primer Ministro Golda Meir expresó esta idea cuando lamentó que las guerras contra sus enemigos hubieran obligado a los jóvenes israelíes a enarbolar las armas, a matar para defenderse. Porque la función de la tierra de Israel es fomentar el entendimiento y la paz. Ese es el significado del nombre de la ciudad sagrada de Yerushaláyim: ciudad de la paz.

MAS’EI

NADA JUSTIFICA MATAR

El establecimiento de seis ciudades de refugio que los hebreos tenían que apartar para quienes mataban a una persona sin intención de hacerlo es uno de los temas de nuestros capítulos. La Torá ordena que, en el caso de shogueg, el crimen cometido sin intención de perpetrarlo, el asesino tenga la oportunidad de refugiarse en una de las arei miklat, ciudades que habían sido designadas para servir como protección del goel hadam, el miembro de la familia del muerto que podía vengar la sangre derramada. Hay quienes indican que en cada familia se designaba a un goel hadam, el individuo que tenía la tarea de velar por la integridad del grupo y cuya responsabilidad era ajusticiar a aquellos que cometían un crimen contra su familia. Está claro que el goel hadam no podía ser enjuiciado por saldar sus cuentas con el asesino: siempre tenía el derecho de vengar la muerte del familiar, a menos que el asesino buscara refugio en una de las arei miklat. Las ciudades pertenecientes a la tribu de Leví, tribu que no había participado en la repartición de la Tierra Prometida, también podían servir como refugio. Se puede deducir que el asesinato es un crimen no solamente contra el muerto; también es una infracción contra’ su familia. Más aún, la Torá incluye a la tierra como parte agredida: “No profanaréis la tierra donde estéis, porque la sangre humana profana la tierra. No se puede hacer expiación por la tierra, debido a la sangre que fue derramada en ella, sino por medio de la sangre del que la derramó”. Si tomamos en cuenta que el primer hombre, Adam, fue confeccionado con el polvo de la tierra, se puede comprender que la tierra considere que ha sido violada cada vez que un ser humano es asesinado. Por ello exige el saldo de cuentas: la sangre del asesino.

Después del primer asesinato, la muerte de Hével, el asesino, su hermano Cayin, es expulsado del lugar que ocupaba. Su castigo consistió en convertirse en un ser errante, porque ningún lugar terrenal quiso darle albergue: había desairado y violado la tierra con la sangre de su hermano. Podríamos agregar un evidente elemento adicional: el Creador.

Cuando Dios hizo a Adam le insufló su “aire”, su espíritu. Si tomamos en cuenta el dictamen del Talmud, el cual reza que Dios se comunica a través de la Torá con el lenguaje del ser humano, observamos que el soplo divino implica que Dios creó al hombre con un elemento de su fuero interno; porque el aire que se sopla proviene de las entrañas. De tal modo que Adam fue creado con un ingrediente que proviene de las “profundidades” de Dios. Al asesinar a una persona también se elimina una fracción del “aire” original que proviene del Creador.

Las arei miklat constituyen una concesión a la debilidad humana, al probable descuido e insensibilidad frente a los derechos del prójimo. Aunque estas ciudades ofrecían refugio, también eran cárceles, dado que el goel hadam siempre acechaba. ¿Hasta cuándo debe permanecer el culpable en el refugio? La Torá sentencia: hasta la muerte del Kohén Gadol. ¿Cuál es la relación entre el kohén y la muerte de una persona? Desde cierta óptica, el kohén es el personero responsable por la armonía en la sociedad: sus enseñanzas deben conducir a la convivencia y el shalom. De acuerdo con el rabino Soloveitchik, la muerte del Kohén Gadol producía un período de introspección y teshuvá en la comunidad, de acercamiento entre la gente e indulgencia por la injuria, hecho que a su vez, atenuaba el espíritu de agresión del goel hadam, que cesaría de perseguir a quien había asesinado a su familiar beshogueg.