EL PERSONAJE CUYO NOMBRE ADORNA LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Parashá YITRÓ

Encontramos a Yitró, el sacerdote de Midyán, cuando Moshé ayuda a Tsiporá, su hija, a obtener agua de un pozo en contra de la voluntad de los pastores de la región. Tsiporá lo invita a casa y eventualmente contraen matrimonio. Nacen dos hijos y Moshé, exilado de Egipto por temor a la venganza del faraón, se dedica al trabajo que Yitró le encomendó: se convierte en un pastor. Así pasan los siguientes 40 años de tranquilidad pastoral. Será la visión de la zarza ardiente la que produzca un giro fundamental en la vida de este pastor que asume la misión de liberar a sus hermanos hebreos de la esclavitud egipcia.´

Los siguientes capítulos del libro Shemot describen los detalles de esta misión, las plagas y sus consecuencias y el feliz desenlace: el pueblo hebreo rompe las cadenas de la esclavitud y empieza la tortuosa travesía del desierto, no sin antes hacer una parada trascendental ante el monte Sinaí donde recibe las dos Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos grabados sobre piedra. Estos Mandamientos constituyen la base de la estructura moral y ética del hombre civilizado. Las otras dos religiones monoteístas se fundamentan también en su mensaje.

¿Cuál fue el rol de Yitró en esta saga, además de engendrar a la esposa de Moshé? La Torá testimonia que Yitró se dirigió al desierto para encontrarse con su yerno después de haber escuchado el relato del éxodo y los milagros que Dios efectuó para salvar al pueblo hebreo de la furia de los egipcios.

Y no era para menos. Dios había partido las aguas del Mar Rojo para que los hebreos pudieran escapar de sus perseguidores.

Yitró fue al encuentro de Moshé para felicitarlo y aconsejarlo. Al ver que Moshé estaba ocupado constantemente en responder a las interrogantes de cada persona, Yitró le sugirió que conformara un grupo de expertos que lo asistieran en esas labores, de manera que él pudiera concentrarse en atender cuáles deberían ser los pasos a tomar para alcanzar el destino de la gente: su consolidación como un pueblo alrededor de los mandatos de la Torá, las mitsvot y la eventual conquista de la Tierra Prometida.

No está muy claro cuál fue el destino final de Yitró. De acuerdo con Rambán, por insistencia de Moshé, acompañó al pueblo hebreo de ese momento en adelante. De acuerdo a Sforno, retornó a Midyán, aunque su nombre es mencionado otra vez en los capítulos de Behaalotejá. Esa vez, Yitró dijo reconocer que el Creador está por encima de todas las deidades. Según la tradición judía, sabía lo que decía, porque Yitró era un experto en las diferentes creencias de la época.

Conocía de cerca el panteón de ídolos que el género humano había creado y había estudiado, con lujo de detalles, las características individuales de cada uno de estos cultos.

De tal manera que cuando afirmó que el único Dios, el que había liberado al pueblo hebreo de las cadenas de la esclavitud egipcia, se encontraba por encima de cualquier deidad, hacía esa aseveración con toda propiedad.

Se puede deducir por lo antedicho que Yitró tenía gran curiosidad intelectual y que sentía un vacío espiritual que no encontraba respuesta en las creencias de su época. Motivado por una inquietud existencial, incansablemente estudió e indagó acerca de las diferentes posibilidades ideadas por el hombre para identificar al destinatario de sus necesidades espirituales. No dejó culto sin examinar. Yitró reconoció que por primera vez había encontrado un Dios que exigía una conducta moral, que no era caprichoso, que no exigía la adoración extravagante de su ser y cuya voluntad podía “comprarse” a través de una ofrenda o algún soborno. Yitró quedó conmovido porque los Diez Mandamientos no incluían el tributo que se debía ofrecer a la deidad, sino que conformaban un conjunto de reglas cuyo propósito era fomentar el bienestar del individuo y la posibilidad de la convivencia con el prójimo. Este Dios, el auténtico Dios, no centraba el interés en sí mismo, sino en el efecto sobre el ser humano que debía aspirar a la perfectibilidad a través del cumplimiento de una serie de normas, cuya base fundamental es la moralidad.

Please note: I reserve the right to delete comments that are offensive or off-topic.

3 thoughts on “EL PERSONAJE CUYO NOMBRE ADORNA LOS DIEZ MANDAMIENTOS

  1. Me llama poderosamente la atención ese descubrimiento, que El Eterno no está buscando tanto una adoración más bien da ordenanzas para proteger a sus criaturas

  2. Shabat Shalom Rab.

    Me gustó mucho la parte del final, de la búsqueda ideal del hombre del bienestar propio, su semejante su medio, armonía total, unidad total.

    Gracias y Saludos,

    Daniel Rodríguez

Comments are closed.