EL CANTO DE VICTORIA

BESHALAJ

Se dio la orden y el pueblo hebreo fue expulsado de Egipto.

De acuerdo con esta versión de los acontecimientos, el pueblo hebreo no salió ni escapó de Egipto, sino que fue expulsado a la fuerza por el Faraón después de la muerte de su primogénito durante la última plaga. La indecisión de la gente se vio justificada cuando se dieron cuenta que las hordas egipcias los estaban persiguiendo después del éxodo. No había escapatoria, porque tenían las aguas del mar por delante y las carrozas de sus adversarios tras ellos. ¿Qué hacer? ¿Acaso no había suficientes sepulturas en Egipto como para que Moshé los llevara a morir al desierto? Una referencia plena de sarcasmo, porque en Egipto la espiritualidad giraba alrededor del culto de la muerte. El dilema consistía en optar por la muerte en el mar o ser las víctimas de las flechas y lanzas de los egipcios.

Al consultar a Dios, Moshé recibió la respuesta: “Háblale al pueblo para que emprendan la travesía”. Tenían que aventurarse por las aguas que lucían hostiles. En el pasado, las aguas del río Nilo habían servido para “salvar” al bebé Moshé, quien había sido colocado en una cesta para que navegara en sus aguas. Ahora, la salvación del pueblo tal vez se produciría también por el conducto de la aguas. Sin embargo, el pueblo quedó inmóvil, no sabía qué hacer. Hasta que Najshón ben Aminadav, un joven decidido se lanzó a las aguas para ser seguido por el resto del pueblo. Se produjo el milagro: Moshé alzó su brazo con su vara y dividió las aguas del mar Rojo, que se abrieron para dejar un sendero de tierra firme por el que pudo cruzar el pueblo. Cuando las hordas egipcias imitaron a los hebreos y se lanzaron por el mismo sendero, las aguas volvieron a juntarse y hundieron en sus profundidades las carrozas, los caballos y sus jinetes.

A salvo en la orilla opuesta, Moshé y el pueblo estallaron en un canto de alabanza a Dios, pues los había salvado nuevamente de una muerte segura. Ze Elí veanvehu, “Este es mi Dios y lo exaltaré”, entonaron. Según los jajamim, la utilización de la palabra “Ze” se debió a que podían identificar con gran precisión a Dios, porque habían experimentado personalmente su salvación. En aquel momento, la existencia de Dios no se vislumbró como el resultado de una reflexión filosófica o teológica, era una realidad existencial que habían experimentado con los cinco sentidos.

La palabra “Veanvehu” proviene de una raíz que quiere decir “belleza”, de tal manera que los hebreos exaltaron y reconocieron la “belleza” de las acciones de Dios que les permitieron salvarse de sus perseguidores. En efecto, la reacción de los hebreos de antaño es aleccionadora para el presente, en cuanto a reconocer la “belleza” y las bondades de Dios que no sólo se manifiestan en actos extraordinarios, sino en el quehacer diario, en los “pequeños milagros”, las acciones de gracia que recibimos individualmente.

Un par de siglos atrás, cuando el método científico irrumpió en la sociedad presentando soluciones ostensibles para los grandes males que afligen a la Humanidad y ofreciendo una explicación “racional” para los fenómenos que anteriormente no eran entendibles, los hombres de fe tuvieron que “esconder” su religiosidad, porque el entorno empezó a rechazar cualquier visión acerca del universo que no pudiera ser incorporada a la ciencia. Años después hemos aprendido que la ciencia es importantísima; sin embargo, no ofrece soluciones certeras, sus respuestas son sólo aproximaciones.

Porque el universo puede concebirse desde diferentes ópticas, e incluso la fe y la religión pueden ofrecer respuestas muy satisfactorias a diferentes interrogantes e incógnitas que apabullan a la Humanidad.

Un segundo significado de la palabra “Veanvehu” se refiere a la belleza que la persona debe encontrar en la mitsvá, el imperativo que debe regir el comportamiento de la persona. Se debe buscar la belleza en la Sucá y su simbología, en la escritura de una Torá, los Tefilín y la Mezuzá. Se refiere al esfuerzo adicional, que incluye la belleza, en el cumplimiento de una ordenanza de la Torá. La mitsvá no debe ser concebida como una imposición, sino como una oportunidad para cumplir con la voluntad de Dios que, a su vez, produce un mayor bienestar para el ser humano y para su convivencia con el prójimo.

Una tercera versión sugiere que el vocablo “Veanvehu” podría entenderse como un compuesto: Aní veHú, “yo y Él”, donde “yo” es el individuo y “Él” es una referencia a Dios. Empezando con el éxodo de Egipto, la historia de la Humanidad debe entenderse como el “encuentro” entre Dios y la Humanidad, siendo la tarea de la persona poder imitar a Dios. Tal como Él es misericordioso y responde a las necesidades del ser humano, así cada uno debe ser misericordioso y ponerse del lado del necesitado.

Aunque Yetsiat Mitsráyim, “el éxodo de Egipto” recuerda un episodio puntual en la historia del pueblo hebreo, su significado tiene actualidad. La libertad es una condición que debe ser constantemente renovada y revitalizada, ya que la esclavitud física y espiritual sigue amenazando a la Humanidad en una versión fundamentalista, sostenida por quienes se creen los poseedores de la verdad absoluta y única.

Please note: I reserve the right to delete comments that are offensive or off-topic.

2 thoughts on “EL CANTO DE VICTORIA

  1. Muchas Gracias Rab,

    Excelente escrito y comentario a la Parashar Bashalaj.

    Shabat Shalom!

    Daniel Rodríguez

Comments are closed.