Pinjás y la lealtad

PINJÁS - Números XXV,10 - XXX,1

Tras el fracasado intento de Bileam de maldecir al pueblo, Balak decide enviar a las hijas de Moav para seducir y atraer a los judíos al culto de Báal Peor. El atractivo sexual será el instrumento para distraerlos de su encuentro permanente con el Dios único y para desviarlos de su recién lograda espiritualidad en el Monte Sinaí. La ira Divina no se deja esperar y se ordena ejecutar a todo aquel que participe en las orgías. Súbitamente, un hebreo (según algunos comentaristas se trata de un tal Zimrí) con su mujer Midianita se acercan a Moshé en ademán de desafío. Nuestros jajamim consideran que esto representaba un reto personal para Moshé, porque su esposa tampoco había nacido en el seno del pueblo. Tsiporá, la esposa de Moshé, era hija de Yitró, el sacerdote de Midyán. Según los comentaristas de nuestro texto, Zimri es uno de los líderes y por lo tanto el reto a la autoridad de Moshé tenía, probablemente, amplio respaldo. Además, eran muchos los cautivados por los encantos de las mujeres de Moav, y estos, probablemente, se plegarían a quien ahora desafiaba la autoridad establecida.

Este era un momento que requería mantenerse al margen de las cosas y observar cuidadosamente el desarrollo de los sucesos. La prudencia dicta que es sabio abstenerse de tomar posiciones cuando los resultados de un conflicto no son claros. Para Moshé, en cambio, esta era  la ocasión cuando necesitaba el apoyo leal de sus compañeros. En la cúspide del poder el líder se encuentra rodeado de aduladores y de admiradores. Pero cuando las circunstancias producen cuestionamientos y se empieza a dudar de la capacidad del conductor para dirigir el destino del pueblo, entonces, únicamente, los amigos genuinos y los seguidores sinceros demuestran su fidelidad y compromiso auténtico.

La Torá cuenta que cuando se cuestiona y desafía el mando de Moshé, el joven kohén Pinjás, sin titubeo alguno, atraviesa con una lanza al Hebreo y a su mujer Midianita. La Torá califica esta acción como una demostración de kanaut, de celo por la autoridad de Moshé y como ejemplo de una tarea oportuna ejecutada con eficiencia y sinceridad. El momento era histórico y crucial, no se podía postergar y esperar para someter a la pareja a un juicio formal. En el seno del pueblo reinaba un clima de rebeldía y se vislumbraba una sublevación inminente. Pinjás toma una decisión firme en el momento adecuado. Siglos más tarde, el Talmud planteará la pregunta, ¿avid ínish dinei lenafshei, puede el hombre tomar la ley por sus propias manos? Este es un tema que amerita un análisis aparte.

Según la opinión de Rabí Barpazi en el Talmud Yerushalmi, los jajamim iban a excomulgar a Pinjás, de no haber sido por la voz Divina que anunciaba kehunat olam, que el sacerdocio eterno se le asignaba a Pinjás y a sus descendientes. En el Talmud Bavlí encontramos diversas opiniones. Rav sugiere que Pinjás actuó con el conocimiento de Moshé. Shemuel opina que Pinjás tomó la decisión en presencia de su maestro Moshé (la dificultad reside en el hecho de que un discípulo debe abstenerse de tomar iniciativas en la presencia de su mentor, si este no había sido consultado antes) porque consideraba que el honor y el prestigio de la autoridad moral y religiosa estaban en juego. Según Rabí Yitsjak, Pinjás intuyó que el castigo Divino contra todo el pueblo era inminente, a menos que se tomaran las previsiones del caso y por lo tanto actuó de inmediato.

El Profeta Eliyahu también se manifiesta en la misma línea de pensamiento de kanaut como centinela de la dignidad del pueblo y celoso guardián de la fe. (La tribu de Efráyim había abandonado la práctica del berit milá, que es la circuncisión, y Eliyahu reaccionó con indignación, invocando a los cielos para que cesaran las lluvias indispensables para la agricultura. Este celo de velar por la continua práctica de la milá, fue reconocida por la colocación de una silla especial designada la de Eliyahu, como parte del ritual de la circuncisión). Según nuestra tradición, Pinjás hu Eliyahu, el Profeta Eliyahu y el Pinjás de nuestro texto, son la misma persona. (Esta ecuación se hace con referencia al papel de Eliyahu en el proceso de la redención mesiánica). Se desprende de los diferentes ejemplos bíblicos que la conducta de kanaut requiere la existencia de una condición de apremio, de emergencia. Cuando un acto no precisa ser ejecutado inmediatamente, se debe recurrir de preferencia a las autoridades competentes para su evaluación previa y eventual fallo.

En nuestro texto, Dios le otorga a Pinjás su berití shalom, que es su pacto de paz. ¿En qué forma podemos entender que la violencia sea reconocida como se reconoce la paz? Después de todo, la actuación de Pinjás es brusca y beligerante, y, en apariencia, incongruente con nuestro concepto de paz que incluye la armonía y especialmente la ausencia de beligerancia. Hay quienes sugieren que el berit shalom fue un contrapeso para la violencia, un convenio para que Pinjás, por su parte, hiciese el esfuerzo necesario para superar su furia latente aun cuando estuviese dirigida a hacer el bien.

Tal vez la lección de este episodio de nuestra parashá Pinjás sea que no cabe la posibilidad de transigir o de llegar a un acuerdo con el mal. No se deben considerar los arreglos y las soluciones a medias cuando existe el enfrentamiento directo en una situación apremiante. En las palabras del salmista, ohavei HaShem, sinú ra, “los que amen a Dios, detesten el mal”. La historia contiene muchos ejemplos de convenios temporales que llevaron a la sociedad a la ruina. El nombre del ministro Chamberlain, (Segunda Guerra Mundial), se ha convertido en un término genérico para designar tanto a los indecisos como a las medidas paliativas que no conducen a la solución de un problema. Al transmitir un falso sentimiento de seguridad, estos acuerdos inconclusos propician  tragedias de mayores proporciones. Los enemigos de la democracia aprovechan estos períodos de entendimiento parcial para consolidarse y preparar una futura y segura agresión.

Algunos de los movimientos reformistas del judaísmo, buscaron, en sus inicios, una avenencia circunstancial para enfrentar las nuevas realidades que el naciente nacionalismo europeo ocasionaba. En un principio, estas nuevas modalidades del judaísmo, proporcionaron una especie de vía para aquellos que deseaban mantener parcialmente su identidad judía y participar plenamente al mismo tiempo en la sociedad. Pero con el transcurrir del tiempo quedó ampliamente demostrado que las reformas no eran transitorias y que éstas no podían ser transmitidas como herencia. Las reformas, en su intención de diferenciarse lo menos posible de las otras confesiones religiosas, estimulaban indirectamente los matrimonios mixtos y contribuían a la pérdida de nuestra individualidad y singularidad. Sucedió entonces que las generaciones siguientes, optaban por abandonar el judaísmo. En la entrada principal del Templo Emanu El de New York están inscritos los nombres de sus fundadores. Hoy en día ninguno de sus descendientes (salvo alguna excepción) forma parte de las filas de nuestro pueblo.

Concluimos nuestra reflexión semanal señalando que una paz auténtica y duradera no admite que se comprometan los principios esenciales y básicos. Es evidente que la convivencia entre los humanos requiere dar y recibir, y exige concesiones mutuas. Pero, cuando en nuestro afán por lograr armonía y tranquilidad, hacemos concesiones en relación a lo que es básico y sustancial, estamos abriendo la puerta a la posibilidad de enfrentamientos posteriores. Por lo tanto, el proceso de paz entre Israel y el mundo Arabe, por ejemplo, tiene que estar fundamentado sobre bases aceptables (y en lo posible satisfactorias) para ambas partes. Las soluciones a medias y los parches para cubrir grietas profundas, sólo pueden traer un alivio temporal y precario.

ALBACEA DE MOISÉS

Parashá Pinjás

Según la Mishná, una de las características fundamentales de los kohanim, los sacerdotes, es su insistente dedicación al shalom: la paz. La bendición que los kohanim repetían en el Beit HaMikdash, “Dios te bendiga y conserve”, termina invocando que el Creador otorgue el shalom. Ser discípulo de los kohanim implica ohev shalom verodef shalom, “amar la paz y perseguir la paz”.

Al tomar en cuenta que los kohanim eran descendientes de la tribu de Leví, notamos que los antecedentes de este hijo de Aharón son incongruentes con la característica del shalom. Leví, junto con su hermano Shimón, matan a todos los varones de la ciudad de Shejem debido a la violación de su hermana Diná.

Cuando los hebreos fabrican el éguel hazahav (el becerro de oro), Moshé hace el llamado: Mi LaShem elai (“Quienes estén con Dios, vengan a mi lado”), y la tribu de Leví responde afirmativamente y, espada en mano, mata a alrededor de tres mil individuos que habían danzado frenéticamente alrededor de este becerro.

El héroe de la lectura semanal, Pinjás, demuestra su fidelidad a Moshé al matar a Zimrí ben Salú, un príncipe de la tribu de Reuvén, que trajo a su mujer gentil delante de Moshé, en un acto de desafío y reto a su liderazgo. El arrojo de Zimrí estaba sustentado en el hecho de que Tsiporá, la mujer de Moshé, tampoco había nacido judía. La intervención de Pinjás seguramente fue apreciada por Moshé, pero de cualquier manera había sido un acto de violencia.

El profesor Ephraim Yitzchaki señala que los episodios mencionados incluyen el conflicto y la agresión protagonizados por los miembros de una tribu de cuya estirpe deben provenir los kohanim, los prototipos de quienes representan la paz. El hecho de que la tribu de Leví no haya recibido una porción en la repartición de la Tierra Prometida puede ser interpretado como un castigo por su comportamiento belicoso. En efecto, la halajá ordena que el kohén que asesine a otra persona, incluso por accidente, no puede “levantar las manos para bendecir al pueblo”. Está claro que el kohén no puede estar involucrado con la muerte. Al contrario de la usanza egipcia, en la que los sacerdotes eran los guardianes de los secretos de la muerte y del proceso de embalsamar a los cadáveres, el kohén tenía que separarse totalmente en el caso de la muerte de un individuo. En el caso del Kohén Gadol, éste no podía participar en el entierro de sus propios padres. Por haber enarbolado la espada, el rey David no recibió el consentimiento divino para la construcción del Beit HaMikdash. Está claro que el comportamiento de Aharón y sus descendientes era objeto de escrutinio y crítica. ¿Acaso Kóraj, el primo hermano de Aharón, no había retado su liderazgo? De acuerdo con Yitzchaki, los casos de Shimón y Leví son diferentes. Mientras Shimón reacciona por la violación de su hermana Diná, Leví también desenvaina la espada para defender el honor de Moshé y de Dios: cuando peligra la estabilidad política del pueblo o se pone en entredicho su “pacto” con el Creador. En nuestro texto semanal, Pinjás, descendiente de Leví, arremete mortalmente contra un miembro de la tribu de Shimón, su aliado tradicional, porque en esa ocasión se estaba retando el liderazgo de Moshé, hecho que podía ocasionar la inestabilidad política del pueblo.

La paz representada por el kohén tenía su equivalencia en la estabilidad y la armonía, cualidades indispensables para el auténtico shalom, voto con el cual concluía la bendición del pueblo hebreo.

UN PACTO DE SHALOM

Parashá Pinjas

Pinjás es una figura enigmática porque, de acuerdo a su estirpe, debía haber sido un hombre de paz y conciliación. No actuó como Aharón, el KohénGadol, no obstante que era su nieto. La Torá relata que durante el episodio del Éguel Hazahav, el gran conciliador fue Aharón. Participó o al menos consintió la construcción de un becerro de oro como sustituto de Moshé que tardaba en descender del monte Sinaí, permitiendo de esta manera que circulara el rumor de que había fallecido. Para tranquilizar las emociones del pueblo que recién había salido de la esclavitud, Aharón estuvo dispuesto a comprometer el ideal básico del monoteísmo para evitar la discordia y mantener la paz.´

Nuestros capítulos relatan un episodio en el que la autoridad de Moshé fue retada por Zimrí, hijo del jefe de la tribu de Shimón, quien se presentó con una midyanita llamada Kozbí, desobedeciendo el mandato formal de separarse de estas mujeres. En ese momento, cuando el pueblo esperaba la respuesta a la osadía de Zimrí, con la posible consecuencia de la humillación de Moshé, Pinjás atravesó con una lanza tanto a Zimrí como a Kozbí. Debido a la acción de Pinjás, cesó la plaga que estaba diezmando al pueblo por su desobediencia con respecto al asunto de las mujeres midyanitas.

La ambivalencia de los sabios del Talmud es clara. Por un lado está la admiración por la valentía de Pinjás, pero al mismo tiempo estaban concientes del precedente que ello implica: el individuo no debe actuar sin la autoridad para hacerlo. La sociedad no puede permitir que el individuo asuma el rol de juez y verdugo, sin un juicio previo.

Por lo antedicho, Dios ofrece a Pinjás, tal vez, su Pacto de Shalom, un pacto de amistad, porque cuando se desea influenciar –y posiblemente modificar– la conducta del individuo, es necesario acercarlo y demostrarle amistad.

Más aún, algunos exegetas opinan que Pinjás no había sido incluido en la casta sacerdotal porque había nacido antes que su abuelo Aharón fuese consagrado como Kohén, y en reconocimiento a su acción es designado Kohén al igual que su futura descendencia.

¿Cómo se puede armonizar la conducta beligerante de Pinjás con su condición de Kohén, cuya característica fundamental es la paz que debe diferenciar a los descendientes de Aharón? Tal vez Pinjás trae la paz entre el pueblo y Dios.

Con su acción decisiva, Pinjás pone punto final a las orgías con las mujeres midyanitas, conducta que amenazaba con desviar al pueblo de su recientemente adquirido compromiso con el monoteísmo.

Desde cierta óptica, la sociedad no puede permitir que el individuo tome la ley en sus propias manos, de acuerdo al dictamen talmúdico: “lo avid inish dinei leatsmó”. Pero al mismo tiempo, la persona no puede depender totalmente de otros: hay situaciones que exigen una respuesta inmediata, especialmente de los que tienen un fuerte anclaje en la ética y la moralidad.

De acuerdo con el Talmud, Pinjás hu Eliyahu, Pinjás es el mismo profeta Eliyahu que anunciará el arribo del Mashíaj, el redentor del pueblo judío. La correspondencia de Pinjás con el Mashíaj implica que el hombre tiene que ser un activista para la concreción del proceso mesiánico. Por un lado está la intervención Divina al enviar a su emisario, el Mashíaj. Pero de manera simultánea, el hombre tiene que propiciar su venida. ¿Cómo puede hacerlo? Reaccionando con vigor frente a las violaciones, especialmente aquellas que comprometen la esencia del judaísmo, su fe en un solo Dios Creador del Universo.

El Pacto que Dios ofreció a Pinjás incluye la palabra Shalom, que es uno de los Nombres de Dios. Por ello, se trata de una relación permanente, porque Dios es eterno.

Quienes exponen sus vidas por defender el ideal de la fe, por su arrojo y valentía adquieren un lugar en el mundo de la eternidad. Quien lucha por la verdad y la justicia se impone, porque sus acciones conducen al Shalom: la paz.

CUATRO DILEMAS DE MOSHÉ

Parashá PINJÁS

La rápida y efectiva actuación de Pinjás al defender el honor de Moshé ante el atrevimiento de Zimrí, el príncipe de la tribu de Shim’ón, ocasionó que fuera incorporado al sacerdocio.

Porque en un principio solamente Aharón y sus hijos fueron consagrados como Kohanim, mientras que su nieto Pinjás ya había nacido y no participó en la ceremonia. De tal manera que la incorporación de Pinjás a la Kehuná constituye un elemento nuevo. Se aclara finalmente que toda la descendencia de Aharón integrará la casta de los Kohanim.

Nuestro texto menciona que los hijos de Kóraj no perecieron como consecuencia de la rebelión que retó el liderazgo de Moshé. De acuerdo con el Talmud, los hijos de Kóraj se arrepintieron a tiempo y no participaron en el desafío directo a Moshé. Cabe destacar que siglos más tarde, algunos de los Salmos más conmovedores serán atribuidos a los descendientes de Kóraj.

A efectos de la distribución de las tierras, después de la conquista de Canaán se efectúa nuevamente un censo, que destaca que un tal Tselofjad había fallecido sin dejar un heredero varón. Las cinco hijas –que aparecen en el texto bíblico con sus respectivos nombres– se presentan ante Moshé para reclamar la herencia territorial. Hacen hincapié en el hecho de que Tselofjad no había participado en la rebelión de Kóraj, no había inducido a otros a infringir, sino que había muerto debido a un pecado personal. De acuerdo con Rabí Akivá, Tselofjad era quien había violado el Shabat de acuerdo con el texto de Mekoshesh etsim, por recoger y atar ramas, o tal vez por sacar las raíces de los arbustos en el día sagrado.

Aunque la Ley había sido entregada y explicada en el monte Sinai, Moshé no pudo responder inmediatamente a las hijas de Tselofjad, incluso no supo aplicar la Ley en el caso del Mekoshesh etsim. En realidad, Moshé tuvo dudas en cuatro ocasiones, cuya resolución sirvió luego para sentar un precedente importante en la legislación religiosa.

En el libro de Vayikrá se presenta el caso del hijo de Shelomit, de la tribu de Dan, quien blasfema el Nombre de Dios. La Torá prohíbe “maldecir” a Dios pero no especifica el castigo. Dios le informa a Moshé que el pecador debe ser apedreado por toda la congregación. De acuerdo con Filón, en su Vida de Moisés, había dos razones para este castigo. Primero, era una medida de acuerdo con otra medida, esto quiere decir que la piedra castigará a la persona que tiene un corazón de piedra por maldecir a Dios. La participación de la comunidad en el castigo era una demostración del rechazo de todo el colectivo por ese comportamiento.

La segunda oportunidad en la que Moshé tuvo dudas se refiere al mencionado Mekoshesh etsim. Aunque la Torá ya había afirmado que tenía que aplicarse la pena de muerte en el caso de la violación del Shabat, Moshé, de acuerdo con Filón, no sabía cuál era el método que se debía utilizar para aplicar el castigo. Tal vez existía la duda acerca de qué tipo de “trabajo” en Shabat merecía el castigo capital. Según Filón, la leña de las ramas recogidas sería utilizada para el fuego, elemento clave en el “trabajo” prohibido en el Shabat.

Un capítulo anterior del libro Bemidbar relata que las personas que se encontraban en un estado de impureza ritual cuestionaron su exclusión del Pésaj, el sacrificio pascual que precede a la celebración de Jag HaMatsot, nomenclatura bíblica para la festividad de Pésaj. Dado que es la única mención de la celebración durante los cuarenta años de travesía por el desierto, los jajamim dedujeron que no se practicó el Brit Milá, que es una condición sine qua non para la participación en este sacrificio. Una de las primeras acciones de Yehoshúa al cruzar el río Yardén fue la institución de la práctica del Brit Milá.

Después de una consulta Divina, se instituye el Pésaj Shení, una celebración del sacrificio para la misma fecha del mes siguiente, el 14 de Iyar, cuya carne será consumida en la noche, el comienzo del 15 de Iyar. Tal como en el caso de las hijas de Tselofjad, las personas que se encontraban en el estado de Tamé, impureza ritual, no querían ser excluidas de una celebración clave para el pueblo hebreo. Mientras que las hijas de Tselofjad consideraron que la herencia del padre no debía perderse.

En el caso de las hijas de Tselofjad, la solución del problema fue que recibirían la herencia, tal como dictaminó HaShem: Ken b’not Tselofjad dovrot, “la razón está con las hijas de Tselofjad”, con la condición de que se casaran con miembros de su propia tribu, la tribu de Menashé.

Los cuatro casos adjudicados individualmente sirvieron luego como precedentes, e ilustraron cuál debe ser la resolución en casos de duda. En ausencia de un líder de la talla de Moshé, que podía consultar directamente con Dios, en la actualidad son los grandes sabios –cuyas opiniones son generalmente respetadas y aceptadas– quienes pueden dirimir cuál es la solución a los nuevos dilemas que se presentan generalmente como consecuencia de los avances de la ciencia y la tecnología.

ALBACEA DE MOISÉS

Parashá Pinjás

Según la Mishná, una de las características fundamentales de los kohanim, los sacerdotes, es su insistente dedicación alshalom: la paz. La bendición que los kohanim repetían en el Beit HaMikdash, “Dios te bendiga y conserve”, terminainvocando que el Creador otorgue el shalom. Ser discípulo de los kohanim implica ohev shalom verodef shalom, “amar la paz y perseguir la paz”.  Al tomar en cuenta que los kohanim eran descendientes de la tribu de Leví, notamos que los antecedentes de este hijo de Aharón son incongruentes con la característica del shalom. Leví, junto con su hermano Shimón, matan a todos los varones de la ciudad de Shejem debido a la violación de su hermana Diná. Cuando los hebreos fabrican el éguel hazahav (el becerro de oro), Moshé hace el llamado: Mi LaShem elai (“Quienes estén con Dios, vengan a mi lado”), y la tribu de Leví responde afirmativamente y, espada en mano, mata a alrededorde tres mil individuos que habían danzado frenéticamente alrededor de este becerro.

El héroe de la lectura semanal, Pinjás, demuestra su fidelidad a Moshé al matar a Zimrí ben Salú, un príncipe de la tribu de Reuvén, que trajo a su mujer gentil delante de Moshé, en un acto de desafío y reto a su liderazgo. El arrojo de Zimrí estaba sustentado en el hecho de que Tsiporá, la mujer de Moshé, tampoco había nacido judía. La intervenciónde Pinjás seguramente fue apreciada por Moshé, pero de cualquier manera había sido un acto de violencia.

El profesor Ephraim Yitzchaki señala que los episodios mencionados incluyen el conflicto y la agresión protagonizadospor los miembros de una tribu de cuya estirpe deben provenir los kohanim, los prototipos de quienes representan la paz.

El hecho de que la tribu de Leví no haya recibido una porción en la repartición de la Tierra Prometida puede serinterpretado como un castigo por su comportamiento belicoso.

En efecto, la halajá ordena que el kohén que asesine a otra persona, incluso por accidente, no puede “levantar lasmanos para bendecir al pueblo”. Está claro que el kohén no puede estar involucrado con la muerte. Al contrario de la usanza egipcia, en la que los sacerdotes eran los guardianes de los secretos de la muerte y del proceso de embalsamar a los cadáveres, el kohén tenía que separarse totalmente en el caso de la muerte de un individuo. En el caso del Kohén Gadol, éste no podía participar en el entierro de sus propios padres. Por haber enarbolado la espada, el rey David no recibió el consentimiento divino para la construcción del Beit HaMikdash.

Está claro que el comportamiento de Aharón y sus descendientes era objeto de escrutinio y crítica. ¿Acaso Kóraj, el primo hermano de Aharón, no había retado su liderazgo? De acuerdo con Yitzchaki, los casos de Shimón y Leví son diferentes. Mientras Shimón reacciona por la violación de su hermana Diná, Leví también desenvaina la espada para defender el honor de Moshé y de Dios: cuando peligra la estabilidad política del pueblo o se pone en entredicho su “pacto” con el Creador. En nuestro texto semanal, Pinjás, descendiente de Leví, arremete mortalmente contra un miembro de la tribu de Shimón, su aliado tradicional, porque en esa ocasión se estaba retando el liderazgo de Moshé, hecho que podía ocasionar la inestabilidad política del pueblo.

La paz representada por el kohén tenía su equivalencia en la estabilidad y la armonía, cualidades indispensablespara el auténtico shalom, voto con el cual concluía la bendición del pueblo hebreo.

Parashá de la semana – Pinjás y la Lealtad

Image (1)

Tras el fracasado intento de Bileam de maldecir al pueblo, Balak decide enviar a las hijas de Moav para seducir y atraer a los judíos al culto de Báal Peor. El atractivo sexual será el instrumento para distraerlos de su encuentro permanente con el Dios único y para desviarlos de su recién lograda espiritualidad en el Monte Sinaí. La ira Divina no se deja esperar y se ordena ejecutar a todo aquel que participe en las orgías. Súbitamente, un hebreo (según algunos comentaristas se trata de un tal Zimrí) con su mujer Midianita se acercan a Moshé en ademán de desafío. Nuestros jajamim consideran que esto representaba un reto personal para Moshé, porque su esposa tampoco había nacido en el seno del pueblo. Tziporá, la esposa de Moshé, era hija de Yitró, el sacerdote de Midyán. Según los comentaristas de nuestro texto, Zimri es uno de los líderes y por lo tanto el reto a la autoridad de Moshé tenía, probablemente, amplio respaldo. Además, eran muchos los cautivados por los encantos de las mujeres de Moav, y estos, probablemente, se plegarían a quien ahora desafiaba la autoridad establecida.

Este era un momento que requería mantenerse al margen de las cosas y observar cuidadosamente el desarrollo de los sucesos. La prudencia dicta que es sabio abstenerse de tomar posiciones cuando los resultados de un conflicto no son claros. Para Moshé, en cambio, esta era la ocasión cuando necesitaba el apoyo leal de sus compañeros. En la cúspide del poder el líder se encuentra rodeado de aduladores y de admiradores. Pero cuando las circunstancias producen cuestionamientos y se empieza a dudar de la capacidad del conductor para dirigir el destino del pueblo, entonces, únicamente, los amigos genuinos y los seguidores sinceros demuestran su fidelidad y compromiso auténtico.

La Torá cuenta que cuando se cuestiona y desafía el mando de Moshé, el joven kohén Pinjás, sin titubeo alguno, atraviesa con una lanza al Hebreo y a su mujer Midianita. La Torá califica esta acción como una demostración de kanaut, de celo por la autoridad de Moshé y como ejemplo de una tarea oportuna ejecutada con eficiencia y sinceridad. El momento era histórico y crucial, no se podía postergar y esperar para someter a la pareja a un juicio formal. En el seno del pueblo reinaba un clima de rebeldía y se vislumbraba una sublevación inminente. Pinjás toma una decisión firme en el momento adecuado. Siglos más tarde, el Talmud planteará la pregunta, ¿avid ínish dinei lenafshei, puede el hombre tomar la ley por sus propias manos? Este es un tema que amerita un análisis aparte.

Según la opinión de Rabí Barpazi en el Talmud Yerushalmi, los jajamim iban a excomulgar a Pinjás, de no haber sido por la voz Divina que anunciaba kehunat olam, que el sacerdocio eterno se le asignaba a Pinjás y a sus descendientes. En el Talmud Bavlí encontramos diversas opiniones. Rav sugiere que Pinjás actuó con el conocimiento de Moshé. Shemuel opina que Pinjás tomó la decisión en presencia de su maestro Moshé (la dificultad reside en el hecho de que un discípulo debe abstenerse de tomar iniciativas en la presencia de su mentor, si este no había sido consultado antes) porque consideraba que el honor y el prestigio de la autoridad moral y religiosa estaban en juego. Según Rabí Yitzjak, Pinjás intuyó que el castigo Divino contra todo el pueblo era inminente, a menos que se tomaran las previsiones del caso y por lo tanto actuó de inmediato.

El Profeta Eliyahu también se manifiesta en la misma línea de pensamiento de kanaut como centinela de la dignidad del pueblo y celoso guardián de la fe. (La tribu de Efráyim había abandonado la práctica del berit milá, que es la circuncisión, y Eliyahu reaccionó con indignación, invocando a los cielos para que cesaran las lluvias indispensables para la agricultura. Este celo de velar por la continua práctica de la milá, fue reconocida por la colocación de una silla especial designada la de Eliyahu, como parte del ritual de la circuncisión). Según nuestra tradición, Pinjás hu Eliyahu, el Profeta Eliyahu y el Pinjás de nuestro texto, son la misma persona. (Esta ecuación se hace con referencia al papel de Eliyahu en el proceso de la redención mesiánica). Se desprende de los diferentes ejemplos bíblicos que la conducta de kanaut requiere la existencia de una condición de apremio, de emergencia. Cuando un acto no precisa ser ejecutado inmediatamente, se debe recurrir de preferencia a las autoridades competentes para su evaluación previa y eventual fallo.

En nuestro texto, Dios le otorga a Pinjás su berití shalom, que es su pacto de paz. ¿En qué forma podemos entender que la violencia sea reconocida como se reconoce la paz? Después de todo, la actuación de Pinjás es brusca y beligerante, y, en apariencia, incongruente con nuestro concepto de paz que incluye la armonía y especialmente la ausencia de beligerancia. Hay quienes sugieren que el berit shalom fue un contrapeso para la violencia, un convenio para que Pinjás, por su parte, hiciese el esfuerzo necesario para superar su furia latente aun cuando estuviese dirigida a hacer el bien.

Tal vez la lección de este episodio de nuestra parashá Pinjás sea que no cabe la posibilidad de transigir o de llegar a un acuerdo con el mal. No se deben considerar los arreglos y las soluciones a medias cuando existe el enfrentamiento directo en una situación apremiante. En las palabras del salmista, ohavei HaShem, sinú ra, “los que amen a Dios, detesten el mal”. La historia contiene muchos ejemplos de convenios temporales que llevaron a la sociedad a la ruina. El nombre del ministro Chamberlain, (Segunda Guerra Mundial), se ha convertido en un término genérico para designar tanto a los indecisos como a las medidas paliativas que no conducen a la solución de un problema. Al transmitir un falso sentimiento de seguridad, estos acuerdos inconclusos propician tragedias de mayores proporciones. Los enemigos de la democracia aprovechan estos períodos de entendimiento parcial para consolidarse y preparar una futura y segura agresión.

Algunos de los movimientos reformistas del judaísmo, buscaron, en sus inicios, una avenencia circunstancial para enfrentar las nuevas realidades que el naciente nacionalismo europeo ocasionaba. En un principio, estas nuevas modalidades del judaísmo, proporcionaron una especie de vía para aquellos que deseaban mantener parcialmente su identidad judía y participar plenamente al mismo tiempo en la sociedad. Pero con el transcurrir del tiempo quedó ampliamente demostrado que las reformas no eran transitorias y que éstas no podían ser transmitidas como herencia. Las reformas, en su intención de diferenciarse lo menos posible de las otras confesiones religiosas, estimulaban indirectamente los matrimonios mixtos y contribuían a la pérdida de nuestra individualidad y singularidad. Sucedió entonces que las generaciones siguientes, optaban por abandonar el judaísmo. En la entrada principal del Templo Emanu El de New York están inscritos los nombres de sus fundadores. Hoy en día ninguno de sus descendientes (salvo alguna excepción) forma parte de las filas de nuestro pueblo.

Concluimos nuestra reflexión semanal señalando que una paz auténtica y duradera no admite que se comprometan los principios esenciales y básicos. Es evidente que la convivencia entre los humanos requiere dar y recibir, y exige concesiones mutuas. Pero, cuando en nuestro afán por lograr armonía y tranquilidad, hacemos concesiones en relación a lo que es básico y sustancial, estamos abriendo la puerta a la posibilidad de enfrentamientos posteriores. Por lo tanto, el proceso de paz entre Israel y el mundo Arabe, por ejemplo, tiene que estar fundamentado sobre bases aceptables (y en lo posible satisfactorias) para ambas partes. Las soluciones a medias y los parches para cubrir grietas profundas, sólo pueden traer un alivio temporal y precario.

  Números XXV,10 – XXX,1